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Vídeo: El peligro de las bombillas de bajo consumo

Les compartimos un vídeo para acompañar el artículo: "Mercurio, rayos ultravioleta y bombillas de bajo consumo"

Ciencia en el ágora - Capítulo II - Mercurio, rayos ultravioleta y bombillas de bajo consumo

portadaEl Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2012 - 978-84-15216-76-6

Hablemos ahora si te parece de las bombillas de bajo consumo que obligatoriamente tendrán que sustituir a las viejas bombillas incandescentes.

En muchos países ya es obligatorio que todas las bombillas que se vendan sean de bajo consumo. No sólo en Europa, en América también. En Venezuela, por ejemplo, todas las bombillas que se venden actualmente son de este tipo. Si no ando errado, desde 2011 estas bombillas ya son obligatorias en Europa y las clásicas, las incandescentes, irán desapareciendo poco a poco.

Se afirma que estas bombillas tienen que sustituir obligatoriamente a las antiguas porque consumen menos y porque de esta forma se ahorrará energía. Estos tiempos de crisis, catástrofes nucleares y múltiples incertidumbres exigen también austeridad energética.

La austeridad energética, si fuéramos razonables, debería regir siempre, con o sin crisis, pero, sí, efectivamente, este es el argumento que suele esgrimirse. De esta forma, se nos dice, con estas nuevas bombillas vamos a disminuir el consumo energético, lo que va a evitar una aceleración del cambio climático. El cambio del tipo de bombillas sería un eslabón más en la estrategia de lucha contra el otro cambio, el que se considera esencial, el climático.

Todo esto, en principio, parece positivo y razonable: bombillas de mayor duración, ausencia de obsolescencia programada, austeridad en el consumo de energía, lucha real contra el cambio climático.

Sí, de entrada parece positivo disminuir el consumo de energía sustituyendo las viejas bombillas, aunque lo que afirmas de la ausencia de obsolescencia programada habrá que verlo con más calma. No estoy tan seguro de ello. Estas nuevas bombillas, más caras que las anteriores, son mucho más duraderas que las bombillas incandescentes, pero, sorprendentemente, de lo que no se ha informado es de algunas variables, nada marginales, sobre las que incluso la dirección de Medio Ambiente de la Unión Europea ha advertido. A pesar de ello, a pesar de la importancia institucional de esta fuente de información, casi nadie se ha enterado, muy pocos se han querido enterar.

Hablemos entonces de estas variables ocultas y ocultadas. La primera de ellas.

La primera arista ocultada es que estas lámparas contienen mercurio, vapor de mercurio, cinco miligramos de vapor de mercurio en su interior. Esto, solo esto, ya representa una paradoja.

Una paradoja, dices. ¿Por qué?

Porque actualmente, desde hace ya un cierto tiempo, el mercurio se ha eliminado o se está eliminando de todos los dispositivos que usamos.

¿Y qué necesidad hay de eliminar este metal de nuestros utensilios y artefactos, de las cosas de usar que diría Santiago Alba Rico?

El mercurio, por definición, es un altamente tóxico, sobre todo cuando se vierte al medio y se transforma en mercurio orgánico, especialmente en metilmercurio. Este es uno de los graves problemas ambientales que tenemos en la actualidad. Es el mercurio que históricamente se ha utilizado en minería, en la cuenca del Amazonas por ejemplo; el que se ha utilizado en las papeleras, en el mar Báltico, en muchas industrias del Mediterráneo. En España conocemos, bien el problema por Flix. Esta planta electroquímica de Tarragona utiliza grandes cantidades de mercurio. Hace algo más de cinco años hizo un vertido en el Ebro, en Navidad, que curiosa y perversamente ocultó a la Generalidad de Cataluña, y que ésta, por cierto, cuando finalmente obtuvo la información, no comunicó a la opinión pública.

Un modelo a tener muy en cuenta, un contramodelo más bien de las actuaciones reales de los viejos emprendedores en estos de nuevos, competitivos y elegantes emprendedores que normalmente son presentados como referentes sociales y modelos a imitar.

El vertido de Flix llegó hasta Amposta. Allí se detectó en el agua del grifo, en el agua que se usa en los hogares.

Hablas de mercurio inorgánico y orgánico. Vale la pena detenernos en esta distinción.

El mercurio inorgánico el, el mercurio como elemento, es el que se utiliza generalmente, pero antes, hace muchos años, se había utilizado de forma orgánica. Cuando el mercurio inorgánico llega al medio acuático, a través de un proceso muy complejo que empieza en los sistemas tróficos más elementales, fundamentalmente en bacterias reductoras y en otros microorganismos, se transforma en orgánico.

¿Qué es entonces el mercurio orgánico?

Al metal, al mercurio, se le incluye una cadena alifática, usualmente un metilo o, en ciertos casos, un etilo. Lo efectúan los microorganismos correspondientes. Este metilmercurio, a través de las cadenas tróficas, se concentra, se biomagnifica decimos nosotros, sobre todo en los peces que están en la parte superior de la cadena, en el atún, en el tiburón, en el pez espada por ejemplo, que –no olvidemos- son carnívoros. De este modo, el mercurio, el orgánico, se acumula en la carne de estos animales en cantidades toxicológicamente significativas.

Actualmente, en el Mediterráneo, el atún, el pez espada, por poner sólo dos ejemplos entre muchos posibles, presentan cantidades muy importantes de metilmercurio por los vertidos en el mar, ya históricos, a través del Ródano y el Ebro. En toda la cuenca Norte del Mediterráneo occidental, la que va desde Italia, y sigue por los ríos citados, existen cantidades importantes. Una de las mejores ilustraciones de todo esto que estoy explicando puede observarse con la llegada de los atunes para la migración anual. Entran por Gibraltar, van a Sicilia, suben por la costa italiana, bajan por la española y salen otra vez hacia el Atlántico. Este atún, que al entrar en el Mediterráneo tiene incorporado una cantidad de metilmercurio, sale -aproximadamente y calculando a la baja- con una cantidad cuatro veces mayor.

¡Cuatro veces más! ¿No exageras?

No exagero.

Pero entonces, por lo que explicas, la cantidad y extensión del metilmercurio es enorme.

Efectivamente, es enorme. Incluso puede afirmarse que no hay actualmente zona del planeta en la que no haya metilmercurio. Desde la revolución industrial, desde el siglo XIX, se ha diseminado. El mar Báltico, por ejemplo, está ultracontaminado, no se pueden comer muchas especies de ese mar. Lo mismo ocurre en zonas tropicales, en el Amazonas por ejemplo, debido al uso del mercurio por los garimpeiros, por los buscadores de oro.

¿Qué hacen los garimpeiros?

Utilizan el mercurio, el Hg para efectuar amalgamas con el oro de los sedimentos. Después de separar y obtener el oro, el mercurio restante va al río.

Una cuestión de nomenclatura. ¿Por qué “Hg” para el mercurio?

Por hidrargirio, un término hoy en desuso. Del latín hidrargirium, hydrargyrus, que a su vez Viene del griego “hydrargyros”, de hydros, agua, y argiros, plata.

¿Cuáles son los efectos negativos más importantes del mercurio orgánico?

El inorgánico, el clásico, puede tener efectos negativos, pero sólo a través de la inhalación del vapor de mercurio porque el metal no se absorbe prácticamente por vía digestiva.

¿No se absorbe dices?

No, no se absorbe. El mercurio en forma metálica, el que hemos llamado mercurio inorgánico, se absorbe muy parcialmente por el tubo digestivo, menos del 5 %. Las sales mercuriales se usaban clásicamente en medicina para tratar la sífilis y daban graves problemas. Eso sí, no se sabía si era peor el remedio que la enfermedad; producían afecciones renales por ejemplo. Eran los calomelanos, el cloruro mercurioso. Se utilizaron hasta principios del siglo XX; a partir de entonces se introdujeron los arsenicales. La sífilis era una pandemia de intensidad severa. Se ha sostenido que Mozart pudo haber muerto por un exceso de tratamiento mercurial en la sífilis que contrajo.

Este, en todo caso, fue un problema que quedó olvidado. Se eliminó el uso del mercurio, pero luego ha aparecido un problema mayor.

Exacto, un nuevo problema que es propio de la sociedad industrial y que apareció con lo que se llamó la enfermedad de Minamata.

¿Qué enfermedad es ésa?

Ocurrió en los años cincuenta del pasado siglo, en la época en que yo estudiaba Medicina aquí, en la Universidad de Barcelona. Se dijo que era un virus nuevo. Durante mucho tiempo no se sabía que pasaba en la bahía japonesa de Minamata. Entre los pobladores de esta bahía, donde se comía pescado básicamente, empezó a aparecer una enfermedad que daba pie a graves problemas neurológicos, a la constricción del campo visual, a un deterioro mental muy acentuado, e incluso a la muerte. Aunque nunca se ha llegado a conocer el número exacto, entre ochenta y cien mil personas quedaron afectadas.

¿Entre 80 y 100 mil afectados?

Sí, no exagero. El número de fallecidos, según estimaciones a la baja pudo haber sido de 10.000 a 15.000 personas.

¿Cuál es la historia de esta enfermedad?

De entrada no se sabía que estaba ocurriendo pero hubo una, excelente observación de la doctora Dorothy Russell, que publicó conjuntamente con el doctor Donald Hunter en los años cuarenta, y que actualmente apenas se cita, pero que puede verse en los manuales clásicos de neurología. Se llamó, se sigue llamando, el síndrome de Hunter-Russell. Ambos vieron, uno era el clínico, otra era la neuropatología, un trastorno similar en un grupo de trabajadores de una fábrica de Inglaterra que manufacturaba metilmercurio como fungicida que, fundamentalmente, se utilizaba para tratar, entre otras, las semillas de trigo y también en las maderas, para evitar que crecieran hongos. Tú conservas grano en un saco, en un sitio húmedo y se te va a llenar de hongos. Se utilizaba, decía, en las semillas para recubrirlas, para conservarlas para que no creciesen hongos. Era un fungicida tradicional, se utilizó durante muchos años.

No había consciencia en aquella época de los peligros que entrañaba.

Exacto, no se tenía conciencia de estas cosas en aquellos años. Y, claro está, si uno no piensa en ello, no lo busca y, consiguientemente, no lo encuentra. Esa misma observación de la que te hablaba pasó inadvertida en la literatura científica.

Es excelente ese comentario que acabas de hacer sobre el pensar, el buscar y el encontrar. Me recuerda una reflexión de Goethe que eligieron Manuel Sacristán y Francisco Fernández Buey para las contraportadas de aquella inolvidable colección que llamaron “Hipótesis”.

Muy amable, me halaga mucho la comparación. Pues bien, esos dos científicos que antes citaba observaron una serie de trastornos neurológicos en los trabajadores de la fábrica que producía metilmercurio como fungicida y describieron lo que ocurría en un grupo de ocho o nueve personas -yo mismo he publicado un artículo sobre esto-, observando una serie de trastornos de severidad gradual según la dosis. A pequeñas cantidades se manifestaban un conjunto de trastornos sensitivos en los dedos; a cantidades mayores, trastornos motores; a cantidades superiores alteraciones del pensamiento y de la cognición, y, si era aún mayor la cantidad, la muerte incluso. Esos pacientes de los que hablaba murieron. Se hizo la anatomía patológica del cerebro y se vio que tenían alteradas ciertas zonas, que había una muerte neuronal en zonas muy específicas, en las zonas de visión periférica del cerebro. . .

¿Visión periférica?

No afectaba al ojo sino a las neuronas de la visión periférica solamente, lo que, por cierto, no está explicado aún.

¿Qué es lo que no está explicado?

No está explicado aún por qué el metilmercurio afecta sólo a las neuronas de la visión periférica y no a las de la visión central. Afectaba también enormemente al cerebelo, a las áreas de audición y sensitivas y, finalmente a las motoras. Yo he trabajado mucho en estos temas durante años; perdona que me extienda en detalles.

No tienes de qué disculparte, todo lo contrario.

Tenemos muchas publicaciones. Llevamos quince años estudiándolo porque todavía hay muchas cuestiones de la neurotoxicidad de ese producto que permanecen inexplicadas.

Y alguien, siguiendo con tu explicación anterior, relacionó ambos hechos.

Alguien, que había leído el artículo de Hunter-Russell, pensó que lo que les ocurría a esas personas que enfermaban y lo que les ocurría a los gatos se parecía mucho al síndrome de un de Hunter-Russell. La anatomopatóloga fue allí, observó las piezas anatómicas y vio que eran muy similares a lo que ella misma había observado en los trabajadores británicos afectados por el metilmercurio. Empezó a investigar sobre esto y más tarde se descubrió que, efectivamente, esta gente estaba intoxicada también por el metilmercurio.

¿De dónde salía este metilmercurio?

En la bahía de Minamata había puesto su pie, Su enérgico pie, la Chisso Company.

Citas una gran multinacional por su nombre, con explícita referencia. No es usual en los artículos científicos ni incluso en lo de divulgación.

Aunque en los manuales, en la literatura científica, parece que queda feo, poco elegante, citar el nombre de una empresa, de una poderosa multinacional, a mí me parece importante dar siempre estas referencias en mis trabajos. Al fin y al cabo, esto también está bien documentado. La Chisso Company tenía una gran fábrica, gigantesca, desde finales de los cuarenta, principios de los cincuenta, que vertía sus restos al mar sin más preocupación. La Chisso Company era fundamentalmente, aunque no sólo, una empresa papelera, si bien los vertidos eran básicamente de productos químicos. En muchos procesos industriales se utilizaba el mercurio en aquella época; el vertido iba al mar. Estamos hablando de los años cincuenta, en Japón, que ha sido, se diga lo que se diga, un museo de todo tipo de contaminación en su desarrollo industrial y en cualquier otro aspecto que quieras tener en cuenta. Un modelo de toxicidad para entendernos, un modelo de lo que no debería hacerse (es decir, un contramodelo). Como sucedía en Japón, en Europa se ha conocido poco, pero el país nipón era un muestrario de todo lo que puede ocurrir por falta de control de la toxicidad.

Hemos tenido algunas noticias de ello tras el accidente de Fukushima. ¿Qué pasó entonces tras el descubrimiento de los vertidos?

Se montó una polémica enorme, impresionante. La Chisso Company negó -¡cómo no!- que el metilmercurio determinase esos problemas y no había estudios en aquella época aparte de ese artículo precursor de Hunter-Russell. Era muy difícil en aquel momento convencer a las autoridades públicas -sobre todo si no querían convencerse o hacían oídos sordos, cosa nada infrecuente como sabemos- de que lo sucedido era un problema de contaminación ambiental.

Se empezó a controlar, es cierto, pero la situación no se reconocerla hasta muchos años después, ya en los setenta, desde el punto de vista legal y sanitario. Ocurrió, sin embargo, otro accidente que en mi opinión fue el más demostrativo.

¿Dónde fue? ¿Cuándo sucedió?

En 1972, en Iraq esta vez, apareció otro brote por intoxicación de metilmercurio a través de unas semillas de trigo que habían sido tratados con este fungicida y que había enviado Estados Unidos. Estas semillas se habían usado normalmente en muchos otros lugares. Se plantaban, crecía la planta, pero el metilmercurio incorporado se quedaba en el suelo y no contaminaba el trigo. Pero esta vez, en Iraq, estas toneladas se desviaron fraudulentamente para panificación.

¿Fraudulentamente? ¿Por qué?

Se recibió la ayuda, y en lugar de plantar las semillas se robaron, se desviaron a otros menesteres y aquel trigo, con todo el metilmercurio incorporado, se convirtió en pan. Allí donde se llegó a distribuir, apareció un brote agudo. Afortunadamente, en aquella época, hasta que ha sido destruido recientemente, hasta que el filantrópico Occidente lo ha aniquilado, los iraquíes tenían el mejor sistema científico árabe.

¿No exageras?

No, no exagero, en absoluto. En todo el mundo árabe, desde Marruecos hasta la frontera con Persia, la estructura científica de Iraq era la más importante. Puedo afirmarlo también por experiencia propia, porque trabajé en Londres con una profesora iraquí de Bagdad en los años setenta. Bagdad tenía mujeres, que no llevaban velo desde luego, que eran profesoras de bioquímica o de otras disciplinas. Yo trabajé, poyata con poyata, en la Universidad de Londres con esta profesora iraquí.

El sistema epidemiológico que tenían los científicos que trabajaban en él, Bakir se llamaba la persona responsable del estudio, observó enseguida que hubo ese brote de intoxicación, que la gente tenía un campo de visión periférico constreñido, trastornos cognitivos, sensitivos y motores como los que habían descrito Hunter y Russell.

¿Fallecieron muchas personas?

Unas dos mil personas murieron y 10.000 quedaron afectadas.

¿Se prolongó mucho la situación?

No, no mucho. La historia duró sólo unos seis meses, medio año aproximadamente. Enseguida el sistema epidemiológico iraquí logró establecer una correlación entre este brote muy rápido que he comentado y el consumo del pan contaminado, el que estaba desviado fraudulentamente. Se prohibió la fabricación de ese pan, se eliminó el que estaba distribuyéndose y la mortalidad cayó rápidamente.

Aquí se estableció una relación muy directa entre el metilmercurio consumido a través de los alimentos y la aparición de un brote muy grave. La situación se siguió durante años, hasta que Iraq quedó destruido, en una cohorte de personas en la que se pudo observar, y este nudo fue muy interesante e importante, que hijos de mujeres que no estaban afectadas, de mujeres que no tenían ninguna clínica, tenían, en cambio, trastornos neurológicos cognitivos. En general no eran muy graves, pero sí en algún caso. Si la madre había tenido un problema grave, si ella había estado intoxicada, sus hijos podían salir malformados.

Pero lo que era interesante e inesperado era la otra arista que has señalado.

Exacto. Aunque una mujer, una persona adulta, no tuviera ninguna alteración, si había estado expuesta durante el embarazo, sus hijos sí que tenían alteraciones, sobre todo de evolución cognitiva. Es la segunda parte de la historia. Se estableció claramente que había un problema neurológico que apuntaba al desarrollo del sistema nervioso central en el feto. Prácticamente no existían otras alteraciones. Todo esto llevó a estudios experimentales porque se pudo establecer la relación entre la dosis, la cantidad ingerida, y la severidad de la afección. Aquí también existen unos trabajos muy interesantes. Las mujeres acostumbraban en aquella época a llevar el cabello muy largo, costumbre que aún existe en muchos lugares. Si se cortaba el cabello, como éste crece a un ritmo bien conocido, podía medirse en unos pocos centímetros en qué momento se contaminó o intoxicó la persona afectada, aunque fuera mucho tiempo después de la ingesta del pan del que hemos hablado.

¿Por qué el cabello?

Porque el mercurio tiene una especial afinidad por el cabello, donde permanece acumulado tras una exposición. En mujeres que tenían el cabello hasta la cintura, podías ir cortándolo a trocitos y podías ir midiendo la cantidad de metilmercurio que había en cada zona.

¿Qué se conseguía con ello?

Poder establecer muy claramente la época en que se consumió el metilmercurio, la severidad de la afección y la cantidad ingerida porque el metilmercurio, repito, se acumula mucho en el cabello. De hecho, es un sistema de detección que todavía se utiliza. Si uno ha estado expuesto al metilmercurio la cantidad de esta sustancia que allí permanece es un buen indicador. Es más concreto verlo en sangre pero, fundamentalmente, el cabello es el depósito.

Ahora que hablamos de cabellos y mediciones, déjame cambiar un momento de tema. En un estudio epidemiológico1que ha sido realizado conjuntamente por científicos británicos e iraquíes y que se ha editado muy recientemente, octubre de 2011, se han encontrado niveles llamativamente elevados de malformaciones congénitas junto con altas tasas de cáncer en Faluya, Iraq. El incremento de cánceres y los extraños cambios en la razón de sexos al nacer aparecieron tras los ataques usamericanos sobre la ciudad en 2004. Se pensó, muchos pensaron con criterio, que se habían empleado armas de uranio empobrecido pero no existían pruebas y las fuerzas militares estadounidenses siempre lo negaron. Siguen haciéndolo como sabes.

Hablamos de ello en su día. Nos ocupamos de esto que estás explicando en un capítulo, el XIII si no recuerdo mal, del libro que escribimos sobre la energía e industrias nucleares y la salud y el medio ambiente.

Exacto, exacto. Soy consciente también de que “escribimos” es un término ubicado en el haber de tu generosidad. Pues bien, Samira Allani y Muhamed Tafash, dos pediatras del Hospital General de Faluya, Chris Busby, profesor visitante de la Universidad del Ulster, Malak Hamdam, ingeniera química y presidenta de la Fundación londinense “Cáncer y Malformaciones Congénitas” y Eleonore Blaurock-Bush, cuyo laboratorio en Alemania llevó a cabo el trabajo analítico, han publicado en la revista Conflict and Health [Conflicto y salud] los resultados de un exhaustivo estudio sobre la contaminación en Faluya.

Sí, sí, he tenido noticias de ello. El estudio se inició con el análisis del cabello de padres y madres de niños que padecen malformaciones congénitas. Por eso lo comentas, me imagino.

Efectivamente, por eso y por lo que el estudio señala. Fueron 25 los padres y madres que colaboraron. Se utilizó para el estudio un método altamente sensible llamado “Espectrometría de Masas con fuente de Plasma de Acoplamiento Inductivo” (ICPMS por sus siglas en inglés). El cabello acumula la contaminación por metales y se encontraron valores muy elevados de calcio, magnesio, estroncio, aluminio, bismuto, mercurio y uranio. De todos estos elementos, como es sabido, el uranio está asociado al desarrollo de cáncer y a las malformaciones congénitas.

¿Qué han averiguado? ¿Que los niveles de uranio fueron significativamente más elevados que los esperados en relación con otras medidas de control?

Exacto, mayores que los publicados de poblaciones no contaminadas (como, por ejemplo, las de Suecia o Israel). Los niveles de contaminación del suelo, del agua del grifo, del agua de río y del agua de pozo no explicaban los resultados hallados en el cabello pero, sorprendentemente, han demostrado que el uranio medio ambiental, que no debería ser uranio “empobrecido”, no era natural sino que había sido producido por los hombres. En los depósitos de uranio natural, la razón de los dos isótopos del uranio –U-238 y U-235- es siempre 138; para el empobrecido la razón es siempre más alta. El uranio empobrecido puro tiene una razón por encima de 400.

Y probablemente en Faluya, la razón, tanto en el cabello de los padres y las madres como en las muestras medio ambientales, dio como conclusión una significativa presencia de uranio enriquecido.

Exacto.

No se andan con tonterías. Arremeten con todas las de su ley y con todos sus arsenales.

Hablábamos del metilmercurio. . .

El metilmercurio tiene una característica importante y es que se acumula en el organismo durante años; no lo excretamos prácticamente. El que se elimina por la bilis, se reabsorbe en gran parte de nuevo y se elimina muy poco por las heces y la orina. Al no eliminarse va acumulándose en el organismo, con especial afinidad por el cerebro.

¿Hay mediciones de todo ello?

Entre un 10 y un 20% del metilmercurio que podamos ingerir, se acumula en el cerebro, que representa el 1,5-2% de nuestro peso aunque consume el 20% de toda nuestra energía.

Todo esto llevó a una serie prolongada de estudios. En los años noventa, un epidemiólogo danés, Philippe Grandjean, estableció un análisis de lo que se llama la cohorte de las Feroe. Razonó del modo siguiente: si en Iraq pasó lo que pasó entre mujeres que no tenían ninguna afectación, también puede ocurrir que el consumo de metilmercurio a través del pescado, que no afecta a las personas adultas, pueda estar afectando a los fetos, lo que implicaría que no hay una clínica neurológica observada pero sí déficits de inteligencia, cognitivos y sensoriales.

¿Por qué se habla de la “cohorte de las Feroe”?

El grupo de investigación que planteó el estudio sabía que en las Feroe, una región autónoma de Dinamarca, se consume ballena (en realidad calderón, una especie de delfín). No es una “ballena” comercial, las llaman “incorrectamente” ballenas-piloto. Cuando entran en la zona, cuando las ven, las acorralan, las meten dentro de una bahía y las matan a mano. Son relativamente pequeñas, de unos 500 a 1.000 Kg.

¡Qué brutos!, ¡qué barbaridad!

Es una costumbre local.

¡Menuda costumbre local!

Las matan a mano, como decía, todo se llena de sangre, las descuartizan y se distribuyen gratuitamente. Hay gente que come ballena, que no es ballena, y hay gente que no. Como en toda población, hay personas a las que le repele, les horroriza la masacre, y otras, en cambio, no tienen esa sensación. Tengo un colega danés que se ha negado siempre a llevarme a las Feroe, a tener reuniones en las islas. Dice que son unos salvajes.

¡Qué razonable y sensible que es tu amigo danés!

Lo es desde luego. Otras personas, en cambio, consideran que es una tradición y que ya está, no hay más, que no hay que dar tantas vueltas. Desde un punto de vista estrictamente ecológico -insisto: desde este punto de vista|, lo que estoy describiendo, la matanza de estas “ballenas” (insisto: de estas ballenas), no tiene gran importancia. Ballenas-piloto hay muchas y las que puedan matar a mano, para una población de unos 40.000 o 50.000 habitantes, son pocas, muy pocas. No puedo precisar exactamente el número.

Dejemos ahora la matanza. ¿Dónde reside el interés de este estudio sobre el consumo de estas ballenas?

En lo siguiente: si hay personas que consumen ballena y personas que no, podemos ver que les pasa a estas personas y a sus hijos. Esta “ballena”, como animal que está en un lugar elevado de la cadena trófica, acumula en su organismo unas cantidades enormes de metilmercurio y de otros agentes contaminantes. Las personas que las consumen ingieren una cantidad importante de estas sustancias.

¿La cohorte duró muchos años?

Sí, mucho tiempo. Desde el nacimiento hasta los siete años de edad se medía la cantidad de metilmercurio, en la sangre del cordón umbilical de los recién nacidos así como en el cabello y sangre de sus madres. Se siguió el desarrollo de estos niños durante ese período, durante esos siete años. Se observó claramente que aunque a las madres, como antes decía, que consumían ballena y que tenían fuertes niveles de metilmercurio no les pasaba nada, los niños, sus hijos, tenían déficits cognitivos y sensoriales. No son graves, son déficits de un 10 a un 20%. Pero la situación conlleva que esos niños, cuando sean adultos, van a estar en condiciones sociales y laborales mermadas, inferiores a otras personas adultas que no fueron expuestas al metilmercurio.

¿Dónde reside la vulnerabilidad?

La vulnerabilidad está en el desarrollo del sistema nervioso central del feto y se manifiesta en los niños.

¿Qué medidas se tomaron tras el estudio?

Los resultados del estudio llevaron a establecer unos límites muy bajos en la ingesta máxima de metilmercurio. En Estados Unidos, por ejemplo. Allí se inició una polémica que duró cuatro o cinco años. Finalmente, la Academia de Ciencias publicó en 2001 o 2002 un informe, ya clásico, en el que se sostenía que el estudio que se debía tener en cuenta era la investigación danesa de las islas Feroe y estableciendo la EPA (Environmental Protection Agency), la Agencia de Protección Ambiental de los EEUU, unos límites bajos, muy bajos, de consumo de metilmercurio: 0,1 microgramos por kilo de peso al día. Para poder imaginamos lo que representa esta, cantidad, basta recordar que un microgramo es una millonésima de gramo. Consiguientemente, estamos hablando de una diezmillonésima de gramo por cada kilo de peso nuestro, unos 7,5 microgramos diarios por término medio. Una lata de atún oceánico -me estoy refiriendo al atún del Pacífico o el Atlántico que tiene mucho menos metilmercurio que el del Mediterráneo-, una sola lata decía, contiene la dosis semanal admitida de metilmercurio.

Todo esto es un problema muy reciente, ¿no?

Efectivamente. Con toda esta historia llegamos al siglo XXI. Estas nuevas normas son más restrictivas que las de la OMS, la Organización Mundial de la Salud, que todavía sigue considerando 0,3-0,4 microgramos por kilo de peso, pero en Estados Unidos se establecieron, como antes decía, límites menores (la tercera parte de los fijados por la OMS). Yo mismo tengo una foto muy bonita de California, que en estas cosas siempre son muy avanzados, en la que se ve como en los restaurantes, al lado del letrero de no fumar o de que fumar daña gravemente a la salud, hay otro que dice “Se advierte a las embarazadas o que pueden quedarse embarazadas que no consuman atún o que no consuman pez espada u otro tipo de peces”.

Por los niveles señalados, por los límites de los que estamos hablando.

Exacto, por los límites que se han establecido. Pero volvamos, si te parece, a lo que estábamos comentando inicialmente. Todo eso ha sido una digresión excesiva que acaso tendrás que condensar.

Ya lo he hecho, no te preocupes. Volvamos al problema actual.

Todos estos son fenómenos nuevos, distintos de los conocidos y asociados históricamente al mercurio inorgánico. Los originados, por ejemplo, por los vapores de mercurio. Recuerda los graves problemas del Sombrerero Loco, el de Alicia en el país de las maravillas. Los problemas del metilmercurio, que es el problema realmente importante en el momento actual porque nos afecta a todos, porque no hay persona que no tenga metilmercurio en su cuerpo. . .Perdón, hay una cosa que he olvidado comentar antes. ¿Puedo dar un breve apunte?

Puedes.

En un estudio muy reciente que se está haciendo en Valencia, el 70% de las placentas de nacimientos en España -creo que han estudiado ya entre 300 y 400 casos, nosotros tenemos algunas aquí, en el instituto del CSIC de Barcelona- superan las cantidades más admisibles de metilmercurio. No olvidemos que España es gran consumidor de pescado.

Que sería la causa de esta situación a la que aludes.

Exacto. España consume mucho pescado; después de Dinamarca, si no más, somos el país que más consumimos. Comparados con otros países de Europa como Francia, Inglaterra, somos grandes piscivoros, y eso en cualquier lugar de España. Aquí las autonomías no cuentan. Ya sea en Galicia, en Andalucía, ya sea en Cataluña, el pescado se consume en cantidades importantes.

Está, pues, este estudio de Valencia y me parece que hay otro, no recuerdo ahora la referencia exacta, que no está acabado todavía, que también está dando resultados en la línea que te indicaba. Probablemente ocurra así en toda España.

Hablas del 70% de las placentas.

Sí, de alrededor del 70 %. El dato es bueno, no es una invención mía.

¿Quién dirige este trabajo de investigación valenciano?

Es un estudio dirigido por el Dr. Ferran Ballester. Hay un número muy importante de placentas que superan las cantidades máximas admisibles. Esto implicará, con toda probabilidad, que estos niños van a tener unos déficits determinados, no muy graves si se quiere, pero sí que van a tener unos déficits neurológicos por esta cantidad de metilmercurio que se ha detectado.

¿Volvemos a las bombillas de larga duración?

Vuelvo a ellas. Durante todos estos años se ha ido restringiendo el uso de mercurio en muchos procesos industriales. Por ejemplo recientemente la Unión Europea prohibió su uso en los termómetros clínicos. Aquel termómetro con cuyas bolitas jugábamos cuando éramos chicos se ha prohibido. La última recomendación son los esfigmomanómetros -la palabra viene del griego: sphygmós, pulso; manós, no denso; metron, medida-. . .

Los tensiómetros. . .

Sí, los “tensiómetros". ¡Salva, por favor, que un poco de terminología científica, como diría Jaime Gil de Biedma, no puede hacerte ningún daño!

¡Qué cosas escriba el tío de la señora Aguirre, la cólera del Dios malévolo, neofranquista y neoliberal!

Sí, no decía mal las cosas, el tío quiero decir, no la sobrina. Creo que era en “Canción del aniversario”.

Allí era aunque creo que no hablaba precisamente de terminología científica.

De temas próximos. Los esfigmomanómetros son los aparatos que miden la presión arterial y llevan una columna de mercurio. Muchos los preferimos porque son mucho más precisos que los otros, los digitales y los aneroides, y sirven, además, para calibrar los electrónicos. Es realmente un aparato muy fiable. Pues bien, también se ha elaborado una nueva normativa por la que en poco tiempo habrá que eliminarlos.

¿Cuál es entonces el problema en el asunto del que hablamos?

El siguiente. Resulta que se ha eliminado el uso del mercurio en las pilas, en las baterías, en muchos procedimientos industriales, aunque, por otra parte, se sigue utilizando. En la planta electroquímica de Flix, por poner un ejemplo, se sigue usando mercurio. Hemos hablado antes de ello. Pero se ha ido intentando restringir el uso del mercurio sobre todo en las papeleras.

¿Con éxito?

Sí, aquí se ha eliminado prácticamente. De ahí viene que las grandes papeleras españolas y finlandesas se instalaran en el río Uruguay (en Fray Bentos), en la frontera entre Argentina y Uruguay; a unos 15.000 km de aquí se montaban las papeleras. Uruguay lo ha aceptado; las personas que se manifestaban en Argentina no. La cuestión, lo sé, es más compleja, tiene más aristas, no es sólo el tema de la contaminación. La empresa española se ha retirado pero la finlandesa no. El mar Báltico está hecho una porquería y las restricciones escandinavas son enormes, muy fuertes. Pero allí es distinto: nos ubicamos en el Uruguay, bien lejos, en el sur de América, en el Tercer Mundo americano, y que allí se las apañen. ¡Los uruguayos son seres humanos tercermundistas! ¡Ya están acostumbrados a todo!

Aunque sea una pequeña digresión -¡otra!- déjame comentar que, en abril de 2011, organizaciones ambientalistas y de productores de varios países, entre ellas REDES-Amigos de la Tierra Uruguay, acusaron a la empresa sueco-finlandesa Stora Enso de “crímenes ambientales y de corrupción en América Latina”, luego que la compañía anunciara en su asamblea anual ganancias de más de ¡817 millones de euros en 2010! Stora es una de las propietarias, junto a la chilena Arauco, de Montes del Plata, la compañía que está instalando su planta de celulosa en la localidad de Conchillas, Colonia de Uruguay. El consorcio, además, es el mayor propietario de tierras de Uruguay; alrededor de 250.000 hectáreas son suyas. ¡Más, y ya es decir, que la duquesa de Alba en España! Los impactos de los monocultivos de árboles destinados a celulosa, como sabes, ya son muy graves, desde el punto de vista social, ambiental y económico. Noora Ojala, de Amigos de la Tierra Finlandia, ha señalado: “Stora Enso afirma que sus actividades son favorables con el medio ambiente y que sus inversiones en el sur reducen la pobreza. Pero al aceptar los dividendos, los accionistas deben saber que las ganancias se producen a expensas de actividades criminales con impactos sociales y ambientales significativos". Escrito está. Tomo de nuevo el hilo. En síntesis, según has explicado, la tendencia de estos últimos años ha sido la prohibición o fuerte disminución del uso del mercurio.

Esta ha sido la tendencia hegemónica. Lo paradójico en el caso de las bombillas de las que hablamos es que mientras se está restringiendo el uso del mercurio elemental en aparatos de presión, en termómetros, en baterías, se permite, mejor dicho, se favorece o, de hecho, se obliga -se nos está forzando a ello porque ya se van a dejar de vender las incandescentes en muy poco tiempo- al uso de unas bombillas de bajo consumo y de mayor duración ciertamente, pero mucho más caras, que contienen 5 miligramos de vapor de mercurio cada una. Aquí nos enfrentamos a dos problemas desde un punto de vista toxicológico. En algún momento, a un usuario cualquiera, se le puede romper una bombilla. ¿A quién no se le ha roto alguna vez? Si se nos rompe, inhalaremos el mercurio, el elemental, el inorgánico.

Estaríamos aquí en el caso clásico.

Exacto. Esta cantidad de mercurio, si se rompe sólo una bombilla, no va a matar a nadie. Es evidente. Pero no deja de ser una exposición a un producto tóxico que puede producir determinados efectos. Por no hablar de los accidentes de fabricación, distribución, almacenamiento, etc. en los que pueden romperse cantidades importantes de estas bombillas de larga duración.

En todo caso, el mayor problema, desde el punto de vista de salud pública, sería el destino, la ubicación de estas bombillas cuando dejen de funcionar al cabo de los años.

Este es el punto. Es evidente que en cinco, en cuatro años, a lo largo del tiempo, estas bombillas se van a hacer viejas y van a tener que desecharse (en realidad, su duración y consumo depende mucho del tipo de uso y la frecuencia de encendido y apagado). Esto es lo que se ha advertido a la dirección de Industria, que está favoreciendo toda esta apuesta industrial y está legislando en ese mismo sentido obligando a la ciudadanía a utilizar estas bombillas. Quieras o no vas a tener que usarlas, aunque yo, por ejemplo, no lo oculto, he acumulado bombillas de las antiguas. La dirección del Medio Ambiente de la UE ha advertido que todos los países tendrían que tener un plan de desechos en los que debería quedar claro qué hacer con estas bombillas cuando se agoten y cómo gestionarlas como residuos con mercurio. Hemos de tener en cuenta, vale la pena insistir, que todo esto que estamos comentando no es un asunto marginal.

No, en absoluto.

Son miles y miles de bombillas, millones las que tendrán que desecharse. Solo en España nos regalaron, intentaron hacerlo cuanto menos, dos bombillas a cada uno de nosotros. En toda Europa son centenares de millones de bombillas. Por otra parte, vale la pena destacarlo, este tema se conoce muy poco. ¿No crees?

Desde luego. Yo mismo lo ignoraba; supe de ello cuando tú me lo comentaste hace un año y medio aproximadamente.

La gente lo ignora, lo ignoramos todos en general. Yo mismo, que estoy trabajando profesionalmente en el tema, me enteré hace poco tiempo, en la primavera de 2010, cuando me lo comentó un colega que trabaja en estas cuestiones. Después recibí un documento de la UE, de la dirección del Medio Ambiente, varios documentos para ser más preciso, por los que pude saber que estas bombillas llevan vapor de mercurio, advirtiendo que tenía que haber planes de gestión de los residuos de estas bombillas. Se trata de un residuo muy importante, insisto de nuevo. Miles de millones, y cada bombilla tiene 5 miligramos de mercurio.

Se intenta ahora, es una recomendación que me parece que no se ha hecho pública, que se fabriquen con menos mercurio. Los industriales, las empresas del sector, tienen que intentar disminuir la cuantía del mercurio a la mitad, a 2,5 o incluso a 2 miligramos. Pero ahora, en el momento en que estamos hablamos, las bombillas de larga duración contienen cinco miligramos.

Si sumamos los millones y millones de bombillas, no sólo de Europa sino también de América del Norte y de otros lugares, todo el mundo -digámoslo mal- parece que acabará utilizando estas bombillas un día u otro, el problema del tratamiento de estos residuos no es una simple pajita en el ojo que molesta un poco. No es ninguna tontería.

No lo es. El calentamiento global, disminuir el consumo de energía, evitar el consumo energético innecesario para rebajar el cambio global, todo eso está muy bien. Pero, como comentaba un colega británico, Sir James Bridges, un gran toxicólogo histórico, con la excusa de parar el cambio climático se está atentando directamente contra la salud ambiental. Brigdes lo decía con mucha ironía, con mucho humor inglés. Del bueno.

Y tú estás de acuerdo con esta crítica del toxicólogo británico.

Sí, lo estoy. Es muy acertado lo que dice James Bridges: vamos a reducir, si llegamos a tiempo, el problema que tenemos con el cambio climático, pero estos residuos que van a permanecer a lo largo de los años pueden afectar al sistema nervioso central de todos nosotros. No se trata de Viajar de Guatemala a Guatepeor o a Guateigual.

Pero supón por un momento que yo puedo aconsejar al actual ministro de Industria -o a su sucesor- y le explico todo lo que acabas de apuntar, señalándole que es necesario que en determinadas zonas del país haya grandes naves destinadas a guardar en condiciones adecuadas las bombillas estropeadas. ¿No se estaría solucionado el problema aunque fuera parcialmente?

Nadie ha previsto hasta ahora lo que dices. Esa es la recomendación que habría que haber hecho, es lo que pedía la dirección de Medio Ambiente europea. Pero una cosa que es necesario decir y que es políticamente muy incorrecta es la siguiente: las direcciones de Medio Ambiente en Europa y en otros lugares son meros floreros. La gran potencia, el gran poder que hay en la Unión Europea, no nos engañemos, es la dirección de Industria. Los negocios siguen siendo los negocios aquí, en Barcelona, en Londres, en Frankfurt y, por supuesto, en Wall Street.

En España, en torno a esto que has contado sobre el destacado poder de las direcciones de Industria, ocurre seguramente lo mismo.

En los gobiernos españoles pasa lo mismo, exactamente lo mismo. Como en instancias europeas. Yo formo parte del Comité de Salud Pública y Nuevos Riesgos para la Salud de la UE. Cuando tratamos un tema importante que afecta a asuntos industriales, nos aparecen unos señores -nosotros somos quince pero pueden presentarse allí, no exagero, hasta diez técnicos de la Dirección General de Industria- para oír qué estamos diciendo y recordarnos que nuestros informes son “opiniones”.

¿Opiniones? El término me hace pensar en el que usaron los responsables de las grandes agencias de rating cuando declararon ante el Senado usamericano. Sus informes sobre los grandes bancos, la deuda pública y las entidades financieras estadounidenses anteriores al estallido de la “crisis” también eran “opiniones”.

Recuerdo lo que dices, pero esto es otra cosa. Nuestros informes, los del Comité de Salud Pública, no dejan de ser opiniones y, desde un punto de vista jurídico, en la Unión Europea, se diferencia mucho entre lo que es una opinión, lo que es una recomendación, lo que pasa a normativa, lo que pasa a directivas. En el 2000, por ejemplo, hicimos, aceptemos la terminología, una opinión sobre unos compuestos químicos que se llaman ftalatos, que son todo un problema al actuar como hormonas ambientales (xenoestrógenos), una opinión decía, que lleva diez años allí, esperando. Se han hecho ya, hasta el momento en que hablamos, tres revisiones. Es lo que se hace cuando se quiere demorar, cuando no interesa tener en cuenta un determinado asunto por sus “paralizadoras” derivadas industriales. La dirección de Industria pide una nueva opinión, que se revise nuevamente en función de nuevos resultados. Se entrega la nueva opinión actualizada y se vuelve a pedir otra. Y así siguiendo hasta. . .

El cansancio, hasta el agotamiento, hasta que no quedan fuerzas para continuar. Y aquí en este caso, ¿no hay ninguna opinión todavía? No. Pero lo que hemos planteado es que no tiene ningún sentido razonable que nos prohíban los termómetros de mercurio, que representan cantidades insignificantes, y que se implanten miles y miles de bombillas. Porque, perdona que yo mismo me interrumpa, fíjate bien, ¿cuántas bombillas hay en una casa, en las empresas, en los lugares de trabajo, en las fábricas, en los hospitales? Hablemos de España, por ejemplo, donde vivimos 44 o 45 millones de personas. ¿Cuántas bombillas van a ser usadas? Si miramos la cantidad de bombillas por persona en la casa, en el trabajo, en los comercios, en los almacenes. . .

200 o 300 millones en total tal vez.

Probablemente más. Mira en este despacho, por ejemplo. ¿Cuántas bombillas tengo aquí? Una, dos, tres. . ., ocho en total. El problema, insisto, es qué se va a hacer con todo el inmenso volumen que va a formarse con los residuos de las bombillas. El problema accidental de que se te rompa una bombilla es puntual; el problema general, el importante, el gordo, es la gestión de las bombillas estropeadas y, además, en poco tiempo, en cinco años tal vez. Si se implantan, por más que duren, en cinco años se fundirán muchas de ellas.

Entonces, desde tu punto de vista, lo razonable ¿qué sería? ¿No haber impulsado este cambio? ¿Dejarlo para más adelante hasta que estuviéramos en condiciones de gestionar los residuos que señalas?

Exacto. Aquí hay grupos, importantes corporaciones, no lo olvidemos, que también hacen beneficios sustantivos. Es evidente. Estas bombillas son más caras y se está abriendo un nuevo desarrollo industrial al implantarlas. Supongo que el pequeño industrial de la bombilla clásica, si no ha tomado medidas, se va arruinar si no logra adaptarse a la nueva producción. Esas bombillas cuestan más, presuponen una nueva tecnología (en cierto modo me recuerda la obligación de implantar TV digital -la TDT-, lo tomas o lo dejas; esto ha representado, según los cálculos de los economistas, entre 2.000 y 10.000 millones de euros, según lo que se considere: adaptadores, nuevas televisiones planas, antenas, etc., cualquier curioso puede ver lo poco que está afectando la “crisis” a este sector industrial). Me pregunto, vale la pena preguntarse: ¿cuánto va a representar el negocio de estas lámparas, denominadas “modernas” aunque el concepto que se maneja sea bastante antiguo?

No lo sé, pero no es una cantidad nimia. Seguro que no. Intentemos un resumen final si te parece. La ruptura de una bombilla es un hecho puntual; no es ese el punto central en el asunto que comentamos.

No. El problema son los residuos de las bombillas usadas que se presentarán inevitablemente en el futuro y la inexistencia de un plan para gestionar estos residuos que contienen una cantidad inmensa de mercurio elemental, de vapor de mercurio, que va a quedar ahí. Estos restos de bombillas arrojadas a un vertedero o a un lugar similar van a romperse con el tiempo y, con ello, el mercurio que contienen va a moverse, y pasará al ambiente y al medio marino y puede acabar transformándose en metilmercurio. Por lo demás, y aunque no sea lo mismo, como vapor de mercurio también tiene una toxicidad, distinta de la del metilmercurio pero toxicidad al fin y al cabo.

Lo razonable entonces, ¿qué hubiera sido?

Es asunto de opciones. Como todo el mundo está en la moda del cambio climático. . . Es lo mismo que sucedía, antes del desastre de Fukushima, en el tema de las centrales nucleares. Hay cambio climático, yo no dudo en absoluto de su existencia, pero a mí personalmente, sin que niegue su existencia e importancia, no me da mucho miedo. Son estas cosas del pensamiento único, que suele olvidar temas que no encajan en un marco estático e indiscutido y que, en general, nadie se atreve a poner en duda. Hoy el santo grial del pensamiento único, exagerando un poco, es el cambio climático y el ahorro de energía.

Pero hay que ahorrar energía. . .

¡Claro que hay que ahorrar energía!, ¿quién lo duda? Pero aceptar esta necesidad implica pensar también en otros temas próximos o un tanto alejados. Estamos diciendo que hay que ahorrar energía dado el cambio climático que nos amenaza y para ello vamos a inundar todo de mercurio y vamos a obligar a los ciudadanos a utilizar estas nuevas bombillas sin haber previsto nada. O, en otro plano, vamos a construir muchas centrales nucleares, se decía hasta lo que ha pasado en Japón, para disminuir la contaminación.

Este es el planteamiento que hay actualmente. ¿Quién lo impulsa?

¿Quién lo impulsa?

La respuesta es muy fácil: los departamentos de Industria, al servicio de los industriales y sus grandes empresas. Hay muchas precauciones, cautelas excesivas en mi opinión, por parte de los departamentos de Medio Ambiente, la misma instancia de la Unión Europea que advirtió del tema. Yo mismo recibí esta documentación de la que hablaba antes y pude ver que no existía ningún plan de gestión de estos residuos, nada marginales, de mercurio que va a generar este cambio tecnológico mientras que, por otro lado se están prohibiendo, como ya he dicho, los manómetros de tomar la presión arterial porque llevan mercurio y este elemento es tóxico.

Parece una paradoja, una contradicción incluso.

¿Parece? Es una contradicción clarísima. Por otro lado, están las advertencias de los medios, de los pocos medios de salud pública que trabajan en estas cuestiones. Pero quien manda realmente, como diría tu -también mío- admirado Erich Fried, no nos engañemos, son los departamentos de Industria, los que promocionan todo esto. ¿Has oído alguna vez a algún representante de algún departamento de industria europea hablar de este problema?

No, aunque admito que no suelo escucharles con mucha atención ni tampoco con frecuencia.

No eres el único. En mi comité de Salud Pública de la UE sí que hemos hablado de este tema, pero los representantes de Industria no dicen nada o bien intentan minimizar el problema.

Admitiendo lo que dices, admitiendo que quien marca la senda y el ritmo son los departamentos de Industria con criterios básicamente productivistas, más allá de esto que señalas, apenas se habla de ello. No hay consciencia ciudadana del problema. Todo el mundo dice que el cambio de bombillas es bueno, que es razonable, que está muy bien ahorrar energía y ya está.

Sí, que consumiremos menos, etc. Pero nadie habla de lo que hemos comentado ni tampoco de un segundo problema. En todos los países de Europa está pasando lo mismo; a mí mismo me sorprendió mucho. Esto hablando de un documento claro, informado, argumentado, de la Dirección General del Medio Ambiente de la UE. Pero, para qué engañarnos, somos floreros.

¿Quiénes sois unos oreros?

Los de salud somos floreros que estamos para fastidiar cosas tan bonitas como aquello de que usted tiene ahí, en Correos, dos bombillas de bajo consumo y que además son gratis.

Hay otra cuestión también en este asunto, la de la luminosidad. Pero ésta es una cuestión más personal.

Aunque lo sea, ¿qué cuestión es esa?

Desde el punto de vista de la luminosidad, yo prefiero a las bombillas actuales, las antiguas si quieres, las incandescentes, no las nuevas. Prefiero las antiguas bombillas pero no me duelen prendas en admitir que es una simple preferencia personal.

Hablabas antes de un segundo problema.

Sí, me olvidaba. Es la cuestión -también se ha informado de ella muy recientemente y apenas se ha difundido- de que las bombillas nuevas, las que llevan mercurio, están emitiendo radiación ultravioleta, hasta una distancia de unos 30 centímetros, a una longitud de onda que es cancerígena.

¡Cancerígena! Pero esto que dices afecta al uso, no ya a la acumulación de residuos.

Esto afecta al uso, efectivamente. Se ha sabido recientemente -lo estánintentando reformar actualmente-, pero a una distancia de 20-30 centímetros,quizá un poco más, estas bombillas están emitiendo radiación ultravioleta, unos280 nanómetros2, a una longitud de onda en la que se considera que produce alteraciones en la piel y puede inducir la producción de melanomas. Es como cuando se aconseja a la gente que se proteja de la radiación ultravioleta solar con cremas.

Se responde a veces: no hay problema, nadie se pone a una distancia de 30 centímetros de las bombillas. ¿Nadie? Yo mismo trabajo a esa distancia de mi lámpara de estudio. Del mismo modo, cuando lees un libro, estás a una distancia cercana a la bombilla. Yo mismo leo aquí, en mi despacho de trabajo, con esta lámpara. Si esta bombilla fuera de las nuevas, de las que tienen mercurio, a esta distancia estaría recibiendo radiación ultravioleta.

¿Están intentando hacer algo sobre esto último que ahora señalas?

Están intentando poner filtros. Pero hacerlo conlleva que se encarezca más la bombilla y que tenga menos luminosidad. Por ahora no han encontrado el sistema, y no olvidemos que estas bombillas nuevas ya tienen una luminosidad menor que las incandescentes. Con un tubo fluorescente se lee mal y la luminosidad de este tipo de bombillas es de esa clase porque, al fin y al cabo, el principio es el mismo. Los tubos fluorescentes también llevan mercurio normalmente pero, la diferencia es muy importante, su uso no es universal. El problema no es el mismo, En las casas, por ejemplo, no usamos apenas fluorescentes, alguno en la cocina y ya está. Para leer, aunque reconozco que esto es muy subjetivo, yo leo mejor con las antiguas que con las bombillas nuevas, La radiación ultravioleta que se recibe, insisto, puede ser importante. Este es otro problema del que tampoco se ha hablado mucho hasta el momento.

¿Y por qué no se ha informado sobre ello?

Es fácil imaginar. Todo lo que puede provocar reacciones con la industria no se difunde, se guarda en carpetas archivadas hasta mejor ocasión (es decir, en muchas ocasiones hasta nunca). ¿Desde cuándo la industria difunde información sobre las cosas que pueden afectar la salud humana?

Desde nunca probablemente; el resto, una vez más, en silencio. Pero esto que acabas de señalar es muy importante. Lo otro también, desde luego, pero sería más bien un problema a medio plazo. Este que acabas de apuntar es un problema inmediato.

Sí. En este caso nos ubicamos en el uso cotidiano. Hay dos asuntos aquí: que se te rompa la bombilla; doy un golpe, la rompe e inhalo vapor de mercurio. El segundo problema, también en el uso normal de las bombillas, es que las personas que leen, escriben o estudian con la lámpara cerca están expuestas a radiación ultravioleta. Más o menos grave, lo admito, no pretendo exagerar ni alarmar, pero no parece razonable tener que estar recibiendo una radiación que puede provocar problemas en determinadas personas.

Hay gentes muy sensibles a esa radiación y personas que lo son menos.

Exacto, hay una gran variabilidad humana frente a la radiación ultravioleta, pero, en todo caso, no hay discusión en este punto, siempre puede alterar la piel y causar afecciones.

Lo dejamos aquí si te parece. Vayamos a un nuevo escenario, el SIDA y los colectivos que niegan su existencia.

¿Que niegan la existencia del SIDA? ¡Pues vamos bien!

1 El estudio completo está disponible en http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3177876/ Véase igualmente -traducido para IraqSolidaridad por Paloma Valverde y editado por Patricio Suárez -www.iraqSolidaridad.wordpress.com

2 El símbolo del nanómetro es nm, la milmillonésima parte del metro (10-9). Esta unidad de longitud -que básicamente se usaba en las mediciones de la longitud de onda de la luz y de los rayos ultravioleta e infrarrojos- ha cobrado nuevo auge con la irrupción de la nanotecnología.