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La falsa medida del ser humano

El columnista Alejandro Gaviria criticó recientemente el borrador de la nueva constitución boliviana e incurrió en errores teóricos lamentables en el campo de la política, la antropología y la biología. La estructuración y el rigor teórico no se pueden soslayar con la simple argumentación lógica y un estilo elegante. Esto es sofistería, empleo de argumentos falsos y subterfugios disimulados bajo una apariencia de verdad.

Políticamente es equivocado catalogar a Evo Morales de “utopista comunitario” debido a su limitado programa de “nacionalización de la tierra”, “promulgación del quechua como lengua oficial” y por aspirar para Bolivia una salida al mar. Esto no tiene nada de radical o “utopista”, se trata apenas de reformas de tipo democrático que facilitan el crecimiento económico y el desarrollo social, pues es claramente aceptado el freno que el latifundio impone al desarrollo o el impacto negativo que sufren las economías que no cuentan con acceso al comercio marítimo (incluso es una reivindicación de la ONU para todos los países en igual condición que Bolivia). Es apenas lógico que una nación donde el 70% de su población es indígena (Aymarás y Quechuas) proclame su lengua nativa como el idioma oficial y no puede catalogarse de otra manera que “nacionalismo”. En cualquier caso, nada tiene que ver con transformaciones socialistas, esa “utopía comunitaria” que con tanto desdén se apresuran a descartar los ideólogos del establecimiento. Pero que además no fue ninguna utopía, fue un sistema económico-social que funcionó durante algo más de cinco décadas en por lo menos un tercio de la humanidad y que de manera conciente intentó transformar la sociedad en todas las esferas. Lo reconocen incluso escritores no socialistas como Amartya Sen quien hablando sobre China dice: “Las medidas maoístas de reforma agraria, alfabetización, difusión de la asistencia sanitaria pública, etc., influyeron muy favorablemente en el crecimiento económico de China tras la reforma. Es necesario reconocer más hasta que punto la China posterior a la reforma, se basa en los resultados logrados en la China anterior a la reforma”.1

A continuación el señor Gaviria ignoró por completo dos siglos de investigación antropológica al argumentar que “en todas las culturas los hombres y las mujeres buscan sistemáticamente la prosperidad individual”. Eso es completamente falso: los antropólogos han demostrado hasta el cansancio que no existe una “naturaleza humana” abstracta, inmutable, predeterminada, sino una móvil, cambiante y cuestionable al tenor de las condiciones naturales, económicas, sociales y culturales de cada comunidad o nación particular. Por poner un ejemplo: los pueblos cazadores recolectores ¡kung san en el desierto de Kalahari en África (una comunidad muy estudiada), no tienen jerarquías rígidas ni jefes, viven en pequeños grupos móviles y toman las decisiones sociales por medio de lucha informal y consenso. En su lenguaje ni siquiera existe una palabra para referirse al individuo: cuando quieren decir “yo”, afirman “nosotros” 2.

Pero la parte más terrible es cuando cae de lleno en la sociobiología. En sus propias palabras “…un infiltrado egoísta siempre dejará más descendientes que sus contrapartes colectivistas”, es decir, el individualismo es genético y no una “opción ideológica” que pueda descartarse. Pero la sociobiología es puro determinismo genético, una teoría profundamente reduccionista de la existencia humana. Evita lidiar con la complejidad social y explica todo a partir de la existencia de supuestos “genes egoístas”. Es idealismo filosófico profundamente justificatorio: si el orden actual es la consecuencia inevitable del genotipo humano, entonces nada importante puede ser modificado por los mismos seres humanos. De esta manera la despiadada competencia económica, la expansión territorial y el sometimiento de pueblos enteros son continuación de la llamada “supervivencia del más apto”. Es la justificación perfecta de una sociedad jerárquica, opresiva y sexista como la que tenemos hoy. Sirvió de base ideológica a todos los fascismos.

El talón de Aquiles de esta teoría es que toma como punto de partida una noción de la que no existe evidencia empírica sustentable y se trata de otro fraude seudocientífico sin ninguna base en la evolución biológica, rechazado de plano por el grueso de la comunidad científica mundial (Ver Stephen Jay Gould “La falsa medida del hombre”, Orbis, España 1986; R.C. Lewontin “No está en los genes”, Grijalbo Mondadori, Barcelona 1996). Como dice Skybreak3: “Es completamente errónea la suposición de que comportamientos sociales humanos complejos puedan estar ligados a programas genéticos específicos”.

¡Ah!, finalmente: el altruismo (la capacidad de sacrificarse a favor de la progenie o del grupo) es un poderoso factor de eficacia biológica, a la par con la adaptabilidad y la capacidad reproductiva. Por cierto cobra importancia en los peldaños superiores de la escala biológica (mamíferos y primates) y por lo tanto el egoísmo, contrario a lo que afirma el señor Gaviria, ni siquiera es cierto para los animales superiores. Pero hay algunos humanos que se empeñan en devolvernos a la era jurásica.

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1 Amartya Sen, “Desarrollo y libertad”, página 312, Editorial Planeta, Colombia, Julio de 2000.

2 Ardea Skybreak, “De pasos primitivos y saltos futuros”, Editorial Tadruí, Bogotá 2003.

3 Ibid, página 21.