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Leyendo su columna recordé a dos autores que dan luces para el entendimiento de estas situaciones, situaciones que podrían calificarse de absurdas, incomprensibles y hasta demenciales si se miran superficialmente, pero que pueden entenderse en tanto no se trata de tendencias aisladas del contexto social, sino por el contrario situaciones que se reproducen en muchos lugares del planeta y en grupos sociales muy distintos, en tanto concurran condiciones similares. Añado acá, algunas ideas sobre el extremo grado de destructividad que han mostrado estas “barras bravas” contra personas y bienes y que ha tenido gran impresión en la opinión pública por su carácter aparentemente “ciego e irracional”.
Dos cuestiones a mi juicio merecen un análisis más detenido y las planteo a manera de preguntas:
Con relación al primer interrogante, dice Estanislao Zuleta en “Tribulación y felicidad del pensamiento” (ensayo recogido en el libro “Sobre la idealización en la vida personal y colectiva” y otros ensayos, Procultura, Bogotá, 1985, página 41):
“La descomposición progresiva y acelerada de las formaciones colectivas tradicionales, como son la familia patriarcal, las culturas regionales diferenciadas por rasgos lingüísticos y costumbres características y, en general, la disolución de los grupos de origen que determinaban formas de identidad – independientemente de si el individuo se rebelara contra ellos o acentuara su pertenencia – es algo que ha terminado por crear una crisis colectiva de identidad. (Ahora...) los individuos se encuentran bajo la amenaza de una normalidad que es una despersonalización esquizoide, una normalidad en la cual, más que sujetos del discurso, son sujetos hablados, trasmisores de discursos anónimos y más que sujetos del deseo, son ejecutantes de demandas programadas y aspiraciones codificadas con sus respectivos signos. Una situación esquizoide crea siempre la tentación deprecipitarse en cualquier propuesta de identidad que se le ofrezca, una teoría, una formación colectiva, que como son adoptadas en un movimiento reactivo contra la pérdida de identidad, resultan tanto más tentadoras cuanto más paranoicamente garantizados contra toda crítica se presenten...”.
Esta sociedad, escalonada y violenta, jerárquica y competitiva, ha ofrecido de tiempo atrás unos criterios de identidad cerrados y estrechos donde el individuo renuncia a su propia identidad para aceptar la de un grupo, dogmático y rígido, al estilo de las iglesias y grupos religiosos, los grupos empresariales, los partidos políticos, los grupos fanáticos, o ideales supremacistas del tipo masculino, nacional o “racial”. En estos ambientes se hace imposible la expresión del propio pensamiento y la conducta humana se reduce al problema de los efectos, es decir no una conducta propia y espontánea, sino de una conducta calculada y canalizada. El individuo empeña su libertad a la seguridad de un pensamiento ya establecido, un líder que encarna todas las “verdades”, un patrón de conducta aceptado y uniforme. Se forma así la llamada personalidad autoritaria, la base social de todos los fascismos.
Pero, a la par con esto, es más, como reacción a éste dogmatismo que ofrece una seguridad incuestionable, se ha generado otro criterio que es su opuesto, una especie de pensamiento difuso, que concilia y empareja todas las diferencias, “abierto sin resistencia a todas las ideas, las costumbres y las modas que entran en circulación”(E. Z. Obra citada). Cualquier criterio de identidad puede llegar ahora y actuará en nuestra conciencia como “piedras lanzadas contra huevos”, pues los individuos ya no tienen desde donde resistir: ninguna identidad definida, ninguna historia asumida, ninguna convicción por la cual vivir y morir. Nuestros mayores podían hacer un duelo por la pérdida de esta identidad (“porque se volvió ciudad, murió mi pueblo pequeño”, L.C. González), no así nuestra juventud que acoge como propia cualquier basura, cualquier veneno, el veneno de la globalización consumista por ejemplo, que no es ninguna “bobada” sino una cosa muy seria, la marea detergente que lo inunda todo y que viene arrasando con el planeta y todo lo que lleva encima. Aquí la despersonalización es absoluta, nada a que aferrarse, el “todo vale” posmodernista.
Estas dos tendencias contrapuestas explican por igual en estos suburbios, por un lado la proliferación de sectas religiosas de garaje y la adhesión sin principios a la más baladí de las causas... hacerse matar por el Real Madrid.
Con respecto a la segunda pregunta, comenta Erich Fromm en “El miedo a la libertad” (página 222 de la edición popular de Paidos, Buenos Aires, Argentina):
“La vida posee un dinamismo íntimo que le es peculiar; tiende a extenderse, a expresarse, a ser vivida. Parece que si esta tendencia se ve frustrada, la energía encauzada hacia la vida sufre un proceso de descomposición y se muda en una fuerza dirigida hacia la destrucción. En otras palabras: el impulso de vida y el de destrucción no son factores mutuamente independientes, sino que son inversamente proporcionales. Cuanto más el impulso vital se ve frustrado, tanto más fuerte resulta el que se dirige a la destrucción; cuanto más plenamente se realiza la vida, tanto menor es la fuerza de la destructividad. Ésta es el producto de la vida no vivida. Aquellos individuos y condiciones sociales que conducen a la represión de la plenitud de la vida, producen también aquella pasión destructiva que constituye, por decirlo así, el depósito del cual se nutren las tendencias hostiles especiales contra uno mismo o los otros”.
Todavía estamos en el positivismo más simple en tanto pretendemos “explicar” esta violencia por la simple referencia a lo sucedido, por terrible que sea la descripción de los hechos. Pretender que el hecho se explica por sí mismo (que es el enfoque de nuestro periodismo, pero más grave aún, de nuestros sociólogos), es dar por sentado que los valores establecidos se justifican por sí mismos. No es así; hay que preguntarse qué valores ataca o cuestiona esta violencia aparentemente “ciega”... ¿la propiedad?, ¿la supuesta “libertad”?, ¿la olvidada “fraternidad”?. De ahí la importancia del planteamiento de Fromm... de una sociedad que no ofrece nada a su juventud, sobre todo a la juventud más pobre, ni propiedad, ni libertad, ni fraternidad (sino todo lo contrario), ¿por qué asombrarse de que esto suceda?
Columna referenciada: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/111863-la-bobada-global
Imagen tomada de youtube.com: https://i.ytimg.com/vi/0KrrkIR3fH8/maxresdefault.jpg
(8 DE ENERO DE 2014 EN EL ESPECTADOR)
http://www.elespectador.com/opinion/intelectuales-acientificos-columna-467545
He leído este columnista muchas veces; él y el profesor Antonio Vélez Montoya (autor de libros como "Del Big Bang al homo sapiens" y "Homo sapiens"), adhirieron hace rato al determinismo biológico para explicar la conducta humana (la escuela de Richard Dawkins, Edward Wilson, Steven Pinker), escuela que ha chocado duramente con otras escuelas, entre ellas la marxista encabezada por Richard Lewontin y Stephen Jay Gould ("La falsa medida del hombre", "No está en los genes", etc.). Cuando el autor dice en la columna, que en esencia el hombre primitivo y el ser humano de hoy “siguen siendo la misma fiera”, su enfoque y método ahistórico, quedan al desnudo.
La columna de Ziegler me parece típica de los positivistas: dice algunas cosas ciertas sobre la ciencia y la historia, en medio de una cantidad de inexactitudes, verdades a medias y lugares comunes. Por ejemplo, ven con claridad la importancia que ha cobrado la ciencia en la sociedad contemporánea, pero se niegan a ver en qué contexto se produce la ciencia, quiénes la controlan y para qué fines se utiliza. Es una exaltación unilateral de la ciencia, un culto religioso, una especie de fe (en esto siguen a su maestro Auguste Comte). La cita de Popper es típica: ¿”nivel de vida” para quién?, ¿”libertad” para quién? ¿”Oportunidades económicas” para quién? Eso no lo dicen los dogmáticos de la ciencia y el “progreso”, negándose a ver la realidad de una ciencia atada a los intereses del capitalismo y marchando al ritmo de sus necesidades. En otro aparte el autor dice que han desaparecido los flagelos sociales, en contravía de la dura realidad de millones de personas que siguen padeciendo la esclavitud, de la epidemia de violencia contra las mujeres y los homosexuales, y que los gobiernos siguen apelando a la tortura de manera rutinaria para arrancar confesiones a los detenidos, etc. Es ceguera voluntaria o ingenuidad que raya con la ignorancia. A ellos estos temas de la sociedad y la política nunca les han gustado mucho, tal vez no les parezcan “científicos” o los consideren temas para “humanistas”.
Más adelante habla de “Agricultura tecnificada” que no es otra cosa que “Revolución verde”, la misma que está creando desiertos aceleradamente en muchos puntos del planeta, arrasando la biodiversidad y arruinando a los pequeños agricultores y comunidades indígenas y campesinas. Es muy útil a las trasnacionales del agro, pero ni siquiera ha logrado erradicar el hambre en el mundo donde 1.200 millones de personas la padecen en la actualidad (según datos de la ONU). El abuso de la medicina tecnificada y el divorcio humano de la naturaleza asociado al urbanismo capitalista, no solo ha visto resurgir con indicadores alarmantes antiguas enfermedades que el autor considera erradicadas (como la tuberculosis, la sífilis, la lepra, etc., entre otras cosas por el abuso de los antibióticos y otros fármacos asociados a la gran industria de medicamentos), sino que no ha podido tratar enfermedades que son una vergüenza para la humanidad, como la malaria (un millón de víctimas cada año), el Chagas (18 millones de infectados en América Latina), la leishmaniasis, para no mencionar la simple diarrea, enfermedades ya conocidas pero a las que no se presta mayor atención porque se concentran en los estratos más pobres y para solución se requieren cambios estructurales que nadie quiere acometer. Ni hablar de toda la patología que ha brotado de la vida moderna y tecnificada, creada por el “progreso” y en parte por las aplicaciones de la ciencia, la industria química, la industria de alimentos, la generación de energía, las radiaciones de las telecomunicaciones, todas muy contaminantes y que afectan directamente la salud humana con la consecuente epidemia de cáncer, enfermedades autoinmunes, alérgicas, que eran muy raras en otros tiempos. O el sedentarismo asociado a la vida moderna y las dietas basura que han hecho de las enfermedades cardiovasculares el mayor asesino moderno y de nuevo con tasas muy bajas en otros tiempos. En todo esto tiene la ciencia y los científicos al servicio de la ganancia capitalista, una gran responsabilidad histórica (para no mencionar la ciencia y la tecnología de guerra).
Oponerse al progreso tecnológico no es malo por definición: ¿vamos a aceptar la energía nuclear con todos sus desastres a la vista, como en el más reciente caso de la planta de Fukushima en Japón? Es claro que montaron plantas nucleares desde los años 60s por todo el mundo sin saber que iban a hacer con los desechos radiactivos ¿Está bien seguir moviendo el mundo a base de hidrocarburos con sus reconocidas consecuencias nefastas sobre el medio ambiente? El calentamiento global es una consecuencia necesaria de todo esto. Un hecho tan simple y observable a simple vista como la masificación del transporte urbano en motocicleta, una tecnología tan anti humana y anti ecológica, despierta rechazo en cualquier mente medianamente razonable. O el uso indiscriminado de las TIC que terminaron por aislarnos unos de otros mediando el contacto humano a través de artefactos. Realmente no estamos obligados a aceptar este tipo de tecnología que ha desarrollado el sistema pensando en el lucro y en las ganancias, no en el planeta y los seres humanos. Mucha de esa ciencia y de esa tecnología tendrá que ser suprimida y erradicada.
No hay porqué contraponer como dos enemigos irreconciliables, las humanidades y las ciencias. Nosotros hablamos de ciencias sociales, es decir el estudio científico de la sociedad, que no se reduce a las esferas del mundo inanimado y ni siquiera a las biológicas, aunque se construya sobre estos campos hasta llegar a la conciencia, la conducta, la historia, el arte y la filosofía. No se puede negar la especificidad del fenómeno humano pues “es completamente errónea la suposición de que comportamientos sociales humanos complejos puedan estar ligados a programas genéticos específicos”1. Por supuesto hay que integrar la biología al estudio de lo humano (y la física, las matemáticas, etc., de hecho hace siglos se viene haciendo), pero repito, no se reduce a esto. Grandes científicos han sido a la vez grandes humanistas, el mismo Bertrand Rusell o Linus Pauling; y grandes humanistas han sido a la vez científicos, vale decir, el filósofo Manuel Kant el padre de la teoría de la nebulosa par la formación del sistema solar.
Una pregunta interesante para estos señores positivistas es la que formula la filósofa Marta Nusbaum: ¿sirve de algo leer El Quijote? ¿Valen de algo las artes y la filosofía? ¿La ética y la política?
Aunque F. Savater es un “filósofo” de medio pelo y algunos lo consideran más un mercachifle periodístico, tiene razón en la tesis (que no es suya) de que la ética es exclusivamente humana. La razón es muy sencilla: solo la materia que toma conciencia de la existencia de sí misma en el espacio y en el tiempo, es susceptible de comportamientos éticos. Nosotros podemos calcular las consecuencias de nuestra conducta y proyectarlas en el tiempo, los animales y las plantas no. Nosotros podemos tomar decisiones a favor o en contra de la vida, el universo inanimado y los animales y plantas no pueden hacerlo. Ellos están atados a leyes físicas o biológicas, nosotros podemos escapar a ellas y eso es lo que nos hace propiamente humanos: el trabajo consciente y la acción planificada. De allí nace la ética, el conflicto sobre lo correcto o incorrecto de nuestras acciones.
Una última cuestión sobre lo “vivificante” de la ciencia en esta sociedad: cuantas inteligencias se apagan porque bajo un sistema clasista y racista como éste, los amplios sectores populares reciben una educación de tercera y para las amplias masas populares ni soñar en entrar al mundo de la ciencia que sigue siendo para unos cuantos privilegiados. Esa es la dura realidad del desarrollo científico y tecnológico bajo este sistema y no puede ocultarse viendo solo un aspecto de la cuestión e ignorando los otros. Eso… ¡no es científico!
Comité Editorial
Corriente Progresista de Intelectuales
Eje Cafetero
Por Ray Hyman [1]
Traducción de Luis R. Ramos
Desde la fundación de CSICOP[2] en 1976, y con el crecimiento creciente de grupos de escépticos regionales, el escéptico encuentra mas formas de plantear su caso. Los medios de difusión y prensa escrita, junto a otros foros, nos provee más oportunidades para ser oídos. Para algunas de estas ocasiones, tenemos el lujo de planificar y estructurar nuestras respuestas, pero la mayor parte del tiempo tenemos que formular nuestras respuestas al vuelo. Pero sin importar las circunstancias, la tarea critica, si se va a llevar a cabo apropiadamente, es desafiante y cargada de peligros no anticipados.
Muchos críticos bien intencionados han saltado a la lucha sin pensar cuidadosamente las variadas implicaciones de sus declaraciones. Algunas veces ellos demuestran mas emociones que lógica, hacen cargos a barre campo que van mucho mas allá que lo que pueden sostener razonablemente, fallan en documentar adecuadamente sus declaraciones, y en general, fallan en hacer su asignación necesaria para hacer creíbles sus desafíos.
Ese mal considerado criticismo puede ser contra productivo para la causa del escepticismo serio. El autor de tal critica, puede fallar en lograr el efecto deseado, puede perder credibilidad y puede ser vulnerable a litigios legales. Pero los efectos desfavorables tienen consecuencias más allá de las críticas individuales y como resultado la causa entera del escepticismo sufre. Aun cuando el critico se toma dolorosamente el tiempo para afirmar que es su absoluta opinión personal, el publico asocia sus declaraciones con la de todos los críticos.
Durante la primera década de la existencia de CSICOP, los miembros del Consejo Ejecutivo se encontraban dedicando mucho de su tiempo disponible al control de daño precipitado por la observaciones descuidadas de compañeros escépticos —en vez de seguir la causa común de explicar la agenda escéptica.
Desafortunadamente, en este momento, no hay cursos disponibles para la manera propia de criticar los reclamos paranormales. Hasta que dichos cursos y libros guías ¿Qué podemos hacer para garantizar que nuestro criticismo sea efectivo y responsable?
Yo seria irresponsable si te dijera que tengo una solución simple. El problema es complicado y no hay arreglos rápidos. Pero si creo que todos podemos mejorar nuestras contribuciones a una critica responsable manteniendo algunos pocos principios siempre en mente.
Podemos hacer enormes mejoras en nuestros esfuerzos colectivos e individuales tratando simplemente de adherirnos a esos estándares que profesamos admirar y que creemos que violan los muchos vendedores ambulantes de lo paranormal. Si ambicionamos ser los campeones de la racionalidad, ciencia y objetividad, entonces tenemos que demostrar esas mismas cualidades en nuestro criticismo. Solamente por tratar de hablar y escribir en el espíritu de la precisión, ciencias, lógica y racionalidad —esos atributos que supuestamente admiramos— levantaremos la calidad de nuestras críticas por lo menos una orden de magnitud.
La falla en vivir consistentemente a la altura de estos estándares nos expone a algunos peligros. Podemos encontrarnos yendo más allá de los hechos en la mano. Podemos fallar en comunicar exactamente lo que intentamos. Podemos confundir al publico sobre lo que los escépticos están tratando de alcanzar. Podemos, inconscientemente, poner a los proponentes de lo paranormal en la posición de los oprimidos y crear simpatías hacia ellos. Y como ya he mencionado, podemos hacer la tarea mucho más difícil para otros escépticos.
¿Entonces qué pueden hacer los escépticos para actualizar la calidad del criticismo? Lo que sigue son algunas sugerencias. Es en la esperanza que puedan estimular un poco más el pensamiento y la discusión.
1. Prepárate. Un buen criticismo es una destreza que requiere práctica, trabajo y una cabeza aplomada. Tu respuesta a un desafío brusco es mas posible quesea apropiado si has anticipado en desafíos similares. Trata de prepararte por adelantado respuestas cortas y efectivas a aquellas preguntas que es más probable te hagan. Debes estar listo a contestar porque la actividad escéptica es muy importante, porque las personas deben oír tus puntos de vista, porque los falsas creencias pueden ser dañinas, y el sinnúmero de preguntas similares que invariablemente se levantaran. Un proyecto seria compilar una lista de las preguntas más frecuentes y sus posibles repuestas.
En cuanto sea posible prueba tus ideas en amigos y “enemigos” antes de ofrecerlas en la arena publica. Un ejercicio efectivo el de ensayar tus argumentos con compañeros Escepticos. Alguno puede hacer el papel del síquico reclamante mientras otros pueden hacer el papel de críticos. Y para una mejor preparación, lee un libro en pensamiento crítico, escritura efectiva y argumentación.
2. Clarifica tus objetivos. Antes de tratar de lidiar con un reclamo paranormal pregúntate que estas tratando de conseguir. ¿No estará tratando de liberar un resentimiento reprimido? ¿Estas tratando de menospreciar tu oponente? ¿Estas tratando de ganar publicidad para tu punto de vista? ¿Quieres demostrar que el reclamo carece de justificación razonable? ¿Esperas educar el público sobre que constituye evidencia adecuada evidencia? Muchas veces nuestros objetivos, en el examen, salen confusos. Y, especialmente cuando actuamos impulsivamente, algunos de nuestros objetivos entran en conflictos con ellos mismos.
La diferencia entre los objetivos a corto y largo alcance puede ser especialmente importante. Muchos escépticos, Creo yo, estarán de acuerdo que nuestras metas a largo plazo es educar el público para que lidiar más efectivamente con los distintos reclamos. A veces esta meta a largo plazo es sacrificado por el deseo de exponer y desenmascarar un reclamo corriente.
Gran parte de la clarificación de nuestros objetivos es decidir cual es nuestra audiencia. Los ataques elitistas y estridentes a los reclamantes paranormales raramente cambian opiniones, pero si acarician el ego de aquellos que ya son escépticos. Argumentos que pueden persuadir a los lectores del tabloide de supermercado ‘National Enquirer’ pueden ofender académicos e importantes establecedores de opinión.
Trata de hacer claro que tu estas atacando el reclamo y no al reclamante. Evita, a toda costa, crear la impresión de que tu estas tratando de interferir con las libertades civiles de alguien. No trates de hacer despedir a alguien de su trabajo. No trates de eliminar algún curso o de alguna otra forma te expongas a la censura. Estar a favor de la racionalidad y la razón no debe forzarnos a una posición que parezca estar en contra la libertad académica y las libertades civiles.
3. Has tu tarea. Otra vez, esto va mano a mano con el consejo sobre estar preparado. Siempre que sea posible, no debes tratar de contrarrestar un reclamo paranormal específico sin conseguir muchos de los hechos relevantes. A lo largo del camino debes documentar tus fuentes. No dependas de un informe en la prensa ni por lo que reclama o para los hechos relevantes al reclamo. Trata de conseguir los datos específicos del reclamo directo del reclamante.
4. No vayas más allá de tu nivel de competencia. Nadie, especialmente en nuestros tiempos, puede creíblemente reclamar ser un experto en todos los temas. Siempre que sea posible debes consultar los expertos apropiados. Nosotros, comprensiblemente, somos grandes críticos de reclamantes paranormales que hacen afirmaciones que obviamente están fuera de su competencia. Debemos ser tan exigentes con nosotros. El peor pecado de un crítico es ir más allá de los hechos y la evidencia disponible.
En este particular, siempre pregúntate si verdaderamente tiene algo que decir. Algunas veces es mejor permanecer en silencio que saltar en un argumento que envuelva aspectos que esta mas allá de su competencia presente. Cuando sea apropiado, no tengas miedo de decir “No se”.
5. Deja que los hechos hablen por ellos mismos. Si tú has hecho tu trabajo y has conseguido un abastecimiento adecuado de hechos, la audiencia raramente necesitara de tu ayuda para alcanzar una conclusión apropiada. Ciertamente, tu caso es mucho más fuerte si tu audiencia se le permite llegar a sus propias conclusiones de los hechos. Digamos que Madame X reclama haber localizado físicamente la hija perdida de la Sra. A y has obtenido una declaración de la policía a los efectos que su contribución no ayudó. Bajo estas circunstancias es contra productivo afirmar que Madame X mintió sobre su contribución o que su reclamo fue “fraudulento”. Por un lado Madame X pudo sinceramente, auque equivocadamente, cree que de hecho su contribución si ayudó. En adición, algunos escuchas pueden ofenderse por el tono del criticismo volverse compasivo con Madame X. Sin embargo, si tu simplemente informas lo que Madame X reclamo junto con la respuesta de la policía, no solamente te estas ajustando a la verdad, sino tus escuchas llegaran lo mas probable a sus propias conclusiones.
6. Se preciso. Un buen criticismo requiere precisión y cuidado en el uso del lenguaje. Porque al retar reclamos síquicos, estamos apelando a la objetividad e imparcialidad, tenemos una obligación especial de ser honestos y precisos en nuestras en lo posible. Tenemos que evitar a toda costa hacer afirmaciones sobre reclamos paranormales que no podamos respaldar con evidencia Debemos ser especialmente cuidadosos en este sentido cuando se esta siendo intervenido por los medios. Debe hacerse Todo esfuerzo para asegurar que los medios comprendan precisamente que estamos y que no estamos diciendo.
7. Use el principio de caridad. Se que muchos de mis compañeros escépticos encontraran este principio desabrido. Para algunos, lo paranormalistas son el “enemigo” y parece inconsistente ceder un poco para darles el beneficio de la duda. Pero ser caritativo a los reclamos paranormales es sencillamente el otro lado de ser honesto y justo. El principio de la caridad implica que cuando haya duda o ambigüedad sobre un reclamo paranormal, debemos tratar de resolver la ambigüedad en favor del reclamante hasta que adquiramos rezones fuertes para no hacerlo. En ese respecto, debemos distinguir cuidadosamente entre estar equivocados y ser deshonestos.
A menudo desafiamos la precisión o validez de un reclamo paranormal dado. Pero rara vez estamos en una posición de saber si el reclamante esta deliberadamente mintiendo o es que esta engañado. Es mas, a menudo tenemos una alternativa en como interpretar o representar los argumentos de un oponente. El principio no dice que trasmitamos la posición del oponente en una forma justa, objetiva y sin emociones.
8. Evita palabras cargadas y sensacionalismo. Todos estos principios están interrelacionados. Los enumerados anteriormente implican que debemos evitar usar palabras cargadas y prejuiciados en nuestro criticismo. Si el proponente resulta que recurre a términos cargados de emoción y sensacionalismo, debemos evitar agacharnos a su nivel. No debemos responder igual.
Esto no es asunto de ofrecer la otra mejilla. Queremos ganar credibilidad para nuestra causa. A corto alcance, ataques emocionales y desafíos sensacionalistas pueden almacenar publicidad rápida. Pero la mayoría de nosotros ve nuestra misión como un esfuerzo a largo alcance. Nos gustaría persuadir los medios y el público de que tenemos un mensaje serio e importante que queremos transmitir. Y que queremos ganar su confianza como un a fuente creíble y fidedigna. Tal tarea requiere siempre mantener en mente los principios científicos y estándares de racionalidad e integridad que queremos hacer universales.
[1] Profesor emérito de psicología en la Universidad de Oregón, es un Fellow y miembro del Consejo Ejecutivo de CSICOP y un miembro de la junta editorial del “Skeptical Inquirer”.
[2] CSICOP eran las iniciales de la organización estadounidense sin fines de lucro Committee for the Scientific Investigation of Claims of the Paranormal y que tras el 23 de septiembre del 2006, para abreviar el nombre, ha pasado a llamarse Committee for Skeptical Inquiry (CSI). CSICOP fue fundada en 1976 por Paul Kurtz y otros escépticos de renombre. Algunos miembros famosos de CSICOP son o han sido, entre otros, Bill Nye, Isaac Asimov, Carl Sagan, Martin Gardner, James Randi y Michael Shermer. El CSI publica el Skeptical Inquirer en inglés y desde hace poco la revista Pensar para el público de habla hispana, así como una larga serie de libros en los que se informa sobre las creencias pseudocientíficas más conocidas.