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En El hombre que calculaba de Malba Tahan, Beremíz, el calculador, cuenta la historia del origen del ajedrez1. El rey Iadava, señor de la provincia de Taligana en la India se encontraba muy afligido por la muerte de su hijo, el príncipe Adjamir, en medio de una guerra defendiendo su territorio.
Mucho tiempo pasó el rey encerrado en sus aposentos hasta que Lahur Sessa, un joven brahmán2 llegó hasta él con un nuevo juego que simulaba un campo de batalla con el cual comprendió que a veces es necesario el sacrificio de una pieza, inclusive una muy valiosa, para poder obtener la victoria.
El rey quiso premiar al brahmán quien inicialmente rechazó cualquier obsequio. Ante la insistencia del monarca pidió una solicitud bastante extraña para toda la corte:
Me daréis un grano de trigo para la primera casilla del tablero; dos para la segunda; cuatro para la tercera; ocho para la cuarta; y así, doblando sucesivamente hasta la sexagésima y última casilla del tablero.
El rey no pudo dejar de llamar insensato a quien creó el ajedrez, no solo porque pidió su recompensa en granos de trigo, sino porque, para él, en un puñado de trigo «hay un número incontable de granos» y «con dos o tres medidas», pensaba él rey, pagaría sobradamente la petición.
Grande fue su sorpresa cuando sus algebristas, luego de tomarse su tiempo para realizar los cálculos respectivos concluyeron que es una magnitud inconcebible para la imaginación humana y afirmaron lo siguiente:
Calculamos en seguida con el mayor rigor cuántas ceiras correspondían a ese número total de granos y llegamos a la siguiente conclusión: el trigo que habrá que darle a Lahur Sessa equivale a una montaña que teniendo por base la ciudad de Taligana se alce cien veces más alta que el Himalaya. Sembrados todos los campos de la India, no darían en dos mil siglos la cantidad de trigo que según vuestra promesa corresponde en derecho al joven Sessa.
Sabia es la conclusión de Lahur Sessa al señalar las tantas veces que «los hombres más inteligentes se obcecan a veces no solo ante la apariencia engañosa de los números sino también ante la falsa modestia de los ambiciosos». El soberano asumió una «deuda cuya magnitud no puede valorar con la tabla de cálculo de su propia inteligencia».
Todos nos encontramos en la misma posición que el rey cuando lidiamos con números más allá de nuestra imaginación. ¿Cuánto son 40.000 kilómetros? Es la circunferencia de la Tierra. ¿Y cuánto es la distancia al sol? cerca de 150 millones de kilómetros. También dicen 8 minutos y 20 segundos luz, que es una unidad de distancia, no de tiempo. Aunque vemos números allí, son difíciles de comprender y comparar porque no forman parte de las distancias con las que lidiamos diariamente. Ni hablar del tamaño de nuestro Sistema Solar, de la Vía Láctea o de todo nuestro Universo.
No solo padecemos ante los números grandes, sino también, ante los números muy pequeños. Existe a nuestro alrededor un mundo de lo muy pequeño que no podemos ver a simple vista. Existen virus y bacterias, que están compuestos de partes más pequeñas que ellos mismos, que a su vez están integradas por componentes más diminutos de materia. Mi cerebro tan solo sabe que son cosas muy pequeñas, y que unas son más pequeñas que las otras, pero no puede imaginarse realmente lo que quiere decir eso. No cuestionaré al regente del relato porque no estoy seguro de haber reaccionado diferente en su lugar.
La historia del origen del ajedrez no solo nos lleva a reflexionar sobre números muy grandes o muy pequeños, sino también sobre el crecimientos acelerado de los números. Un tablero de ajedrez cuenta con 64 casillas organizadas en 8 filas y 8 columnas, como podemos ver en la siguiente imagen:
Veamos la cantidad de granos de trigo que tendríamos que pagar al brahmán tan solo por la primera fila del talero si incurriéramos en semejante deuda:
Vemos números muy familiares. En total hay que pagar 255 granos de trigo en esta fila. Tal vez nos baste con un puñado para satisfacer nuestra obligación. Son números que usamos diariamente. No obstante, pensémoslo de otra forma; en tan solo 7 pasos, saltamos de 1 único grano de trigo en la primera casilla, a 128 en la octava. Si habláramos de rentabilidad sería una ganancia bastante considerable: invierto un peso de mi dinero y obtengo 127 extra.
Veamos ahora la segunda fila:
Sumamos 65.280 granos de trigo para un total de 65.535 en lo adeudado al brahmán.
Sigue siendo una cantidad de granos que seguramente un rey puede otorgar. Vemos, no obstante, que creció bastante en comparación a la primera fila. \(255 \times 256 = 65280\), lo cual quiere decir que la segunda fila es 256 veces más grande que la primera.
Veamos ahora las siguientes dos filas, con las que cubrimos la mitad del tablero:
La tercera fila suma a la deuda un total de \(16.711.680\) granos de trigo. Esa cantidad se lee como dieciséis millones setecientos once mil seiscientos ochenta. Al multiplicar la segunda fila por 256, nos encontramos con el total de la tercera fila: \(65280 \times 256 = 16.711.680\). De la segunda a la tercera, el resultado creció, nuevamente, 256 veces. ¿A qué equivale esa cantidad?. El costo de un automóvil o la cuota inicial de una casa (hablando en pesos colombianos).
¿Cuánto crece de la tercera fila a la cuarta?. Si multiplicamos \(16.711.680 \times 256 = 4.278.190.080\). La cuarta fila se lee como cuatro mil doscientos setenta y ocho millones ciento noventa mil ochenta. Podemos ver que entre fila y fila, el total de granos aumenta, siempre, 256.
La primera fila maneja números de un dígito: 1, 2, 4; cifras de dos dígitos: 16, 32; y cifras de tres dígitos: 128. Su total, que es 255 es también de tres dígitos. La segunda fila posee número de tres, cuatro y cinco cifras. La tercera y cuarta fila llega hasta los 8 y 10 dígitos. Los millones y los miles de millones. En tan solo la mitad del tablero hemos realizado un salto abismal y vemos que cada fila es mucho más grande que la que la precede. Conforme avanzamos en nuestro tablero de ajedrez, las cantidades se hacen menos comunes. Rara vez hablamos o hacemos cuentas con miles de millones3.
Las últimas filas las resumiré en las siguientes tablas:
Fila 5 |
---|
4.294.967.296 |
8.589.934.592 |
17.179.869.184 |
34.359.738.368 |
68.719.476.736 |
137.438.953.472 |
274.877.906.944 |
549.755.813.888 |
Fila 6 |
---|
1.099.511.627.776 |
2.199.023.255.552 |
4.398.046.511.104 |
8.796.093.022.208 |
17.592.186.044.416 |
35.184.372.088.832 |
70.368.744.177.664 |
140.737.488.355.328 |
Fila 7 |
---|
281.474.976.710.656 |
562.949.953.421.312 |
1.125.899.906.842.624 |
2.251.799.813.685.248 |
4.503.599.627.370.496 |
9.007.199.254.740.992 |
18.014.398.509.481.984 |
36.028.797.018.963.968 |
Fila 8 |
---|
72.057.594.037.927.936 |
144.115.188.075.855.872 |
288.230.376.151.711.744 |
576.460.752.303.423.488 |
1.152.921.504.606.846.976 |
2.305.843.009.213.693.952 |
4.611.686.018.427.387.904 |
9.223.372.036.854.775.808 |
Y sus resultados los vemos en esta tabla resumen:
5 | 1.095.216.660.480 |
6 | 280.375.465.082.880 |
7 | 71.776.119.061.217.280 |
8 | 18.374.686.479.671.623.680 |
La casilla número 64 hospeda un número de 19 dígitos: \(9.223.372.036.854.775.808\). El resultado de la octava y última fila es de 20 dígitos: \(18.374.686.479.671.623.680\). Son números muy grandes que escapan a nuestra imaginación.
El total de granos para todas las casillas del tablero es de \(18.446.744.073.709.551.615\). No hay duda de que es un gran número. Yo, sin embargo, no podría sacar las conclusiones de los algebristas del rey con tan solo verlo. Parece una tarea para matemáticos más competentes.
Hay una forma más simple de obtener el resultado de cada cuadro del tablero. Si enumeramos cada casilla empezando por el número \(1\) (la casilla superior izquierda) hasta la número \(64\) (la casilla inferior derecha), encontramos una forma de hacer el cálculo en función de ese número.
En matemáticas es muy común darle nombres a los números. Llamemos \(n\) al número que indica la casilla, como vemos en la imagen. Sabemos ya que la primera contiene un único grano. Si elevamos el número \(2\) a la potencia \(0\) nos da \(1\), es decir: \(2^0 = 1\). ¿De dónde salió ese cero?, lo podemos obtener así: \(2 ^{n - 1} = 2 ^ {1 - 1} = 2^0 = 1\). La segunda casilla tiene \(n = 2\), por tanto \(2^{2-1} = 2^1 = 2\). La tercera casilla (\(n=3\)) es \(2^{3-1} = 2^2 = 4\). Hasta ahora cuadra muy bien. La octava casilla nos da \(2^{8-1} = 2^7 = 128\). La casilla número 64 es igual a \(2^{63} = 9.223.372.036.854.775.808\).
Veamos por qué la potenciación nos da el resultado correcto: Recordemos que en cada casilla sucesiva se dobla el resultado de la anterior. La segunda casilla es el resultado de doblar la primera, la tercera es el resultado de doblar la segunda y así sucesivamente. Cada casilla termina siendo el resultado de doblar una o varias veces el primer grano.
La casilla 2: \(1 \times 2 = 2^1 = 2\). La casilla 3 es \(1 \times 2 \times 2 = 2 \times 2 = 2^2 = 4\). La casilla número cuatro es igual a \(1 \times 2 \times 2 \times 2 = 2 \times 2 \times 2 = 2^3 = 8\). La octava posición del tablero es el resultado de doblar 7 veces el primer grano de trigo: \(1 \times 2 \times 2 \times 2 \times 2 \times 2 \times 2 \times 2 = 2^7 = 128\).
Si el brahmán hubiese pedido que los granos en cada posición del tablero se triplicaran respecto al anterior, no usaríamos el 2 como base de la potenciación sino el número 3. La potenciación es una forma mucho más conveniente y resumida de hacer los cálculos.
La matemática nos permite obtener una expresión mucho más compacta no solo para saber la cantidad de granos de cada posición en el tablero, sino también la suma total de granos hasta una posición en el tablero. Veamos cuál es:4, 5
\[S_n = 2^{n+1} - 1\]
Podemos aplicar esta ecuación con \(n = 63\) para calcular el total de granos así: \(2^{63 + 1} - 1 = 2^{64} - 1 = 18.446.744.073.709.551.615\). Esta fórmula generalizada serviría para tableros que sean tan grandes como queramos siempre que sigan la misma regla de duplicarse en cada paso.
Volvamos nuevamente a nuestra dificultad de lidiar con números grandes. ¿Qué diferencia hay entre 5 y 40?. Lo podemos entender porque son cantidades familiares para nosotros. Por ejemplo, podemos pensar en dos personas, de 5 y 40 años respectivamente. Es fácil hacerse una idea de cuánto tiempo ha transcurrido. Es lo mismo que comparar una pena de prisión de 1 año con una de 20 años. Entendemos, más o menos, la diferencia. ¿Y si habláramos de un siglo, que corresponde a 100 años?. Sabemos que la esperanza de vida de las personas se ha acercado considerablemente a un siglo. Hay, incluso, personas que viven más que esa cantidad. Pensemos ahora en un milenio. Se hace más difícil de imaginar, más sin embargo, tenemos una idea de acontecimientos históricos que ocurren en un periodo de tiempo así.
Aumentemos aún más la escala. Los dinosaurios se extinguieron hace cerca de 66 millones de años. La vida en nuestro planeta apareció hace cerca de 3500 millones de años y nuestro planeta tiene «apenas» 1000 millones de años más que la vida que aloja. Un uno seguido de 9 ceros. Todo nuestro universo tiene cerca de 13800 millones de años. No sabemos qué hay antes de nuestro Universo.
La historia narrada en el libro de Malba Tahan nos permite intuir las dificultades que enfrentamos ante números que están fuera de nuestra experiencia cotidiana. Sabemos que hay personas con fortunas tan grandes que podrían vivir cientos o miles de vidas cómodas con ellas. La fortuna de Jeff Bezos se estima en 140.000 millones de dólares, un enorme número de 12 dígitos. Una persona en Colombia gana hoy en día un mínimo de 877.803 pesos, que vendrían a ser como 230 dólares. En un año equivale a 10.533.636, más una prima que equivale a otro mes y otra prestaciones más. Redondeemos a 12 millones. En 50 años serían 600 millones de pesos aproximadamente. Claro, el salario mínimo aumenta (una miseria) cada año, por lo que será más, pero el costo de vida también suele aumentar, o sea que podemos comprar menos con lo mismo. En dólares, equivale aproximadamente a 160.0006 dólares estadounidenses. Si redondeamos a 200.000 dólares, Jeff Bezos es cerca de setenta mil veces más rico que lo que una persona con salario mínimo colombiano ganará en casi toda su vida. La diferencia es enorme, es más o menos como estar en la 1 casilla del tablero de ajedrez, en comparación a la última casilla de la segunda fila, más no olvidemos que comparamos una riqueza actual de un solo individuo con la que tendrá una persona durante 50 años de vida. Si equiparamos tan solo un año de trabajo, la distancia aumentaría. El tablero de ajedrez se ha transformado en nuestra escala. En el juego del ajedrez un peón tiene un valor de una unidad. La reina, que es la pieza más poderosa en cuanto a movimientos equivale a 10 unidades de valor. El rey se considera más valioso porque con el mero riesgo de captura perdemos el juego. La diferencia entre los más ricos y los más pobres es inimaginable, mucho más que la desigualdad entre la realeza en el ajedrez y un simple peón.
Apliquemos ahora la idea del ajedrez a un caso actual: la COVID-19. La tasa de contagio del virus es de entre 2 y 3 personas. Es un promedio que indica cuántos inviduos aproximadamente contagia alguien que tenga el virus. Habrá quien no contagie a nadie y habrá súpercontagiadores (personas que contagian a muchas). Es un número, que al igual que otros, hay que saber entender porque puede escapar a nuestra inteligencia.
En Colombia, el primer caso se detectó el 6 de marzo de 2020;7 a los pocos días, el 9 de marzo, ya se había detectado 3 casos y para el 13 de marzo contábamos 16 contagiados confirmados en el país. El primero de abril habían 1.065 casos lo que quiere decir que en tan solo un mes los confirmados se multiplicaron por 1.000. Es dar en un mes un salto de la primera fila a la segunda del tablero de ajedrez. El primero de mayo contábamos casi 7.000 casos. En tan solo otro mes los contagios se multiplicaron por 7, o, diciéndolo de una manera equivalente, en dos meses se multiplicaron por 7.000. El 23 de mayo habían poco más de 20.000 casos en el país, y en menos de un mes se había más que duplicado esa cifra. Como pueden ver, el crecimiento es comparable con el de la historia que contamos al principio. La COVID-19 tiene un crecimiento exponencial. Conforme avanza el tiempo, se expande cada vez más rápido. De no tomar medidas, en poco tiempo llegaríamos a números impensables.
Claro está, esa curva de crecimiento es tan solo un modelo matemático que tiene en cuenta el tiempo y la tasa de contagio del coronavirus únicamente. Las medidas de aislamiento y bioseguridad, así como el hecho de que quienes se han recuperado son probablemente inmunes (cuando menos por un tiempo) y las variaciones mismas del virus producto de la evolución hacen que el crecimiento se ralentice y puede llegar a reducirlo. Una eventual vacuna puede erradicar al virus. Del mismo modo, el comportamiento, aunque exponencial, varía de país a país, con casos tan dramáticos como los de España e Italia. En Colombia el comportamiento ha sido atípico en comparación con la región; sin embargo, poco a poco nos estamos poniendo al día, y si un día hay casi 50.000, podemos augurar que en un mes se estarán superando los 100.000. Y, a mayor cantidad de contagiados, tanto más serán los muertos.
Las matemáticas nos deben llevar no al pánico sino a estar alertas. Y sobre todo, nos deben enseñar a no ser ingenuos y a no menospreciar el virus, de la misma forma en que el rey de nuestra historia menospreció el pedido de Lassar. Que no conozcamos a un contagiado no quiere decir que la enfermedad no sea tan delicada como realmente lo es. Significa tan solo que no ha pasado el tiempo suficiente. En Colombia la mayoría de casos se han concentrado en Bogotá, Barranquilla, Cartagena y en el Valle del Cauca. En Pereira, capital de Risaralda hay pocos casos por ahora. Por mera estadística, es poco probable conocer a una persona contagiada, por el momento. No nos confiemos ante la apariencia engañosa de los números.
En general, sea la siguiente suma, la cual llamaremos progresión geométrica
\[S_n = a^0 + a^1 + \ldots + a^n\]
entonces, multiplicando ambos miembros por \(a\):
\[aS_n = a^1 + a^2 + \ldots + a^{n+1}\]
Si se resta la primera ecuación de la segunda:
\[S_n(1-a) = a^0 - a^{n+1}\]
y despejando,
\[S_n = \frac{a^{n+1} - a^0}{a-1}\],
Para el caso, \(a = 2\) que es el caso de nuestra historia tenemos:
\[S_n = \frac{2^{n+1} - 1}{2-1} = 2^{n+1} - 1\]
En El Genio de China de Robert K.G. Temple, basado en las investigaciones de Needham se afirma que el ajedrez indio proviene realmente de una variante de un juego relacionado con la adivinación, la astrología y el magnetismo originado en China. Sin embargo, el origen en la India sigue siendo la versión más aceptada.
En la India perdura un sistema de estratificación social basado en castas, comparable a las clases sociales aunque determinado al nacer. Los brāhmanas son la casta superior y la conformaban sacerdotes y asesores del rey.
Hablar de cantidades tan grandes me recuerda el vídeo Carl Sagan hablando sobre el googol y el googleplex. https://www.youtube.com/watch?v=97CWXZa66C4
Gracias a Jaime Hernández Gutiérrez por esta parte.
Quien esté interesado en conocer la demostración, puede ver la sección al final de este artículo.
La tasa de cambio entre divisas cambia casi todos los días. Estas son cifras aproximadas a junio de 2020.
De: Camilo Alzate
Douglas Montañez hace parte del Programa de Atención Domiciliaria de una de las EPS que ahora realizan muestras para detectar el COVID-19. Después de las precauciones extremas, de los cuatro pares de guantes y los copitos untados de flema que se guardan en tubos de ensayo rotulados y envueltos en bolsas de bioseguridad y neveras de icopor a dos grados, después de la bata y las gafas que está obligado a desechar luego del contacto con los pacientes, conversamos con él, sin tapabocas, por supuesto.
¿Cómo ha sido su trabajo con pruebas domiciliarias y seguimiento a pacientes con COVID-19?
Desde la declaratoria de pandemia de la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo se prendieron todas las alarmas. Nosotros estamos con un programa de la EPS Salud Total que se llama programa de atención domiciliaria, PAD, llevamos muchos años haciendo la tarea: visitamos pacientes hospitalizados en sus casas, pacientes crónicos, pacientes terminales. Desde el miércoles (11 de marzo), adicional a lo que normalmente hacemos nos dieron la tarea de tomar las muestras a los primeros pacientes que se identificaron como casos estrechos o casos positivos, sobre todo al núcleo familiar de esos positivos iniciales. A los positivos se les hace contacto telefónico diario y visita cada cuatro días en la casa para valorarlos.
¿Ese programa lo maneja la secretaría de salud o la EPS?
Todas las EPS deben tener un plan de contingencia para hacerle frente a este asunto. Obviamente las secretarías departamentales coordinan la estrategia, dictan unas medidas, unas normas y cada EPS tiene que cumplirlo con los suyos: toma de muestras, hacerles seguimiento a los pacientes. En este momento nosotros estamos, creo yo, con la experiencia más grande en la región en el tema de atención domiciliaria. Llevamos siete años en el asunto, conocemos como se lleva a cabo esto, y lo único que ha hecho la diferencia ha sido tomar unas medidas adicionales de protección cuando se toman las muestras, el protocolo ya existe y todo el mundo lo debería cumplir. Pero hay un desconocimiento muy tremendo con el manejo de la crisis, yo fui el único médico que participó en las reuniones convocadas por la secretaría de salud el fin de semana, ninguna EPS envió médicos, ni sus coordinadores científicos. Esta es una situación completamente nueva, no se trata como un sarampión o una gripa o cualquier otra epidemia que se haya manejado antes, lo que hay que hacer es tomar el manual de 123 páginas de la experiencia en Wuhan, que ya salió publicado, y tomar de allí las medidas que funcionaron y desechar las que no, sin ponerse a inventar y a improvisar pretendiendo manejar esto como si fuera una epidemia de gripita, de sarampión o varicela. Hay que poner a todo el mundo a leer ese documento, más que generar pánico. Por ejemplo, el famoso tapabocas N95 no debe usarse con personas positivas porque el dispositivo que trae el tapabocas N95 funciona como las botellas de whisky: deja salir pero no deja entrar. Entonces ese tapabocas deja salir partículas del virus que tienen los pacientes cuando tosen o respiran. En Italia y en España lo usaron porque era el reglamentario y los pacientes seguían expulsando el virus. Otro descubrimiento que está en el manual de Wuhan: los primeros síntomas son pérdida del gusto y el olfato, antes que la fiebre o la tos, es el primer signo que la mayoría de pacientes experimentaron. Y otra recomendación, que parece pendeja pero es muy práctica, usar la mano no dominante para abrir la puerta y manipular objetos.
¿Ha funcionado la dinámica de las visitas, el seguimiento?
Arrancamos haciendo las pruebas. Fue un despelote conseguir los famosos kits para protegernos al tomar las muestras: la gorra, las gafas, el tapabocas, la bata esa de manga larga, polainas. Al principio no se podían armar los kits porque o faltaban las gafas o faltaban los tapabocas. Nos han pasado kits dependiendo del número de muestras, si hay que tomar cinco nos dan cinco kits, si son diez muestras entonces nos dan diez kits, porque todo eso se desecha al momento de atender los pacientes y se deposita en unas bolsas rojas que luego recoge una empresa llamada Residuos Hospitalarios para incinerarlas. Somos muy escrupulosos con la normatividad. Las pruebas que estamos haciendo ahora son lo que se llaman contactos estrechos, es decir, personas que conviven en la misma casa por periodos prolongados con aquellos que ya fueron diagnosticados. Ahí tenemos un problema porque las muestras se han enviado a Bogotá y dependemos de la confirmación del laboratorio en Bogotá, dependemos de la información centralizada que tiene el Ministerio de Salud.
¿El laboratorio de la Universidad Tecnológica de Pereira no fue habilitado para las pruebas?
Hasta ahora no, todas las muestras se envían a la Secretaría de Salud en la carrera 7 con 40 y de ahí a Bogotá. Pero la información no está fluyendo de arriba hacia abajo, las primeras muestras las tomamos exactamente hace ocho días y no han llegado los resultados. Sólo nos han reportado tres muestras con resultados negativos. Tienen el monopolio de la información desde el Ministerio, pero nos estamos enfrentando un problema porque los familiares con contactos estrechos no saben aún si están positivos.
¿Y ahora qué?
Ahora nos tienen en stand by, contrataron otra empresa que se llama Humanizar para la toma de las muestras y a nosotros nos tienen haciendo el seguimiento telefónico y las visitas domicialiarias, pero han tenido problemas de reactivos para hacer las pruebas. Nos dicen que volvemos a hacer pruebas si ellos colapsan.
Risaralda tiene la tasa más alta del país con relación a la población total: 17 casos.
Si, pero es porque están funcionando muy bien los sistemas de referenciación y de toma de muestras, la ciudad está juiciosa tomando muestras. Eso dará la oportunidad en el servicio, saldrá una información que consolidará a las EPS como las mejores, pero no sirve para nada más, la prueba sólo sirve para detectar personas positivas y con ellos hacer una labor pedagógica de aumentar el aislamiento, la prueba no va ligada a un tratamiento.
¿Alguno de sus casos se ha complicado?
Todos los pacientes de Salud Total que están bajo nuestra custodia siguen asintomáticos, están en casa, confinados, guardando el aislamiento. Van muy bien, han colaborado mucho. Los casos que supimos que están ingresados en una Unidad de Cuidados Intensivos de la ciudad no son nuestros, son de Cartago, colombianos que estuvieron haciendo lo que ahora llamamos “el tour del coronavirus”, andaban de paseo por Europa en España, Francia, Italia, recibieron una carga viral muy grande y están muy graves, intubados desde el domingo. Son un hombre de 46 y una mujer de 41 años sin antecedentes previos, jóvenes, eso desmitifica la vaina de que sólo le da a viejitos. A cualquiera de nosotros le puede dar.
¿Cuál es su balance de esta crisis?
Hay muchos errores. Lo único que demuestran es el deterioro del sistema de salud pública en Colombia, que se desbarató con la ley 100 de 1993 y ya no funciona. Por ejemplo, las cifras de tuberculosis se dispararon cuando la infección estaba a punto de desaparecer del planeta, y más en Colombia, donde hubo un programa muy bello y muy juicioso que funcionaba como un relojito. Todo se acabó con la ley 100 y volvimos a ver tuberculosis por toda parte, aumento del SIDA, de herpes zoster, y la gente no se entera. Después de esta pandemia los sistemas de salud van a empeorar, el sistema sigue muy debilitado. Lo que han hecho es poner camas en toda parte, que no van a servir para nada, porque no son unidades de cuidados intensivos. Amanecen diciendo que hay tantas camas en un batallón o en Expofuturo, con eso le muestran a la gente que hacen algo, pero si quisieran un cambio real se pondrían a reestructurar el sistema de salud, a evitar la tercerización de los médicos, contratados en condiciones absolutamente vergonzosas por empresas temporales (son de las mismas EPS, pero se lavan las manos y evaden su responsabilidad). Por eso el gran temor de que el sistema colapse y las medidas tan extremas de confinamiento, porque saben que no tienen cómo enfrentar la crisis. No están haciendo nada para revertir el asunto.
En ese sentido lo menos grave va a ser el virus.
Claro. Se generarán más problemas sociales por el confinamiento y sin tener una experiencia con eso, lo del suministro de comidas, el terror de la confinación, la gente en las casas aguantando ahí con su mercadito, el pánico que genera una cuarentena tan larga sin las medidas estatales necesarias en cuanto al flujo de alimentos y el pago de deudas, los bancos no han parado de cobrar y de joder. Lo mínimo que debería hacer el gobierno es garantizar comida y servicios públicos para generar tranquilidad.
Yo pienso que fue una medida exagerada, muy drástica, inicialmente debieron haber cerrado las entradas de aviones desde el primer día de declaratoria de la pandemia, y no tendríamos un solo caso. Eso fue un error del Estado, lo tendrán que asumir y responder en su debido momento. Y segundo, ahora se le va a dar importancia a un tema especializado, vamos a quedarnos llenos de una cantidad de unidades de cuidados intensivos, que encarecen el costo de la salud al final, pero no se está invirtiendo ni en prevención ni en promoción en salud, las redes básicas de atención están colapsadas y nunca las van a mejorar, los hospitales, clínicas y puestos de salud del Estado, donde se recibe el mayor volumen de personas, van a seguir iguales. En nada va a mejorar la atención en el país después de esto, al contrario, van a quedar más pobres los hospitales porque se están gastando la plata en un montón de cosas que cuando pase la epidemia no van a servir para nada. A la vuelta de unos meses vamos a tener arrumes y arrumes de tapabocas sin usar. A los que estamos metidos dentro del asunto y conocemos cómo es el funcionamiento nos da mucha rabia que eso esté sucediendo.
Publicado inicialmente en "Un país normal"
Fuente: http://blog-sin-dioses.blogspot.com.co/2017/12/debate-dawkins-remolina-parte-1.html
Imagen: sindioses.org
El rescate de los mineros chilenos invita a serias reflexiones. En principio, el papel jugado por la ciencia sin el cual hubiera sido imposible la operación. Basta pensar en la exacta ubicación del sitio, la efectiva comunicación con los atrapados, el traspaso de provisiones, la apertura de un túnel y la introducción de una cápsula, en una operación muy bien ejecutada. Todo esto requiere profundos conocimientos de geología, física, ingeniería, medicina, comunicaciones, etc., y de una tecnología muy avanzada, que demuestran el alto nivel de conocimiento y manejo de las leyes de la naturaleza. En contravía de estas realidades, algunos pensadores acusan a la ciencia de ser la responsable de las peores tragedias modernas[1], la tildan de “dogmática”, “autoritaria” y “excluyente”. Pero si bien es cierto que no existe ciencia en sí, sino que existe ciencia en un contexto económico, político y social, en otro tipo de sociedad, la ciencia podría cumplir un gran papel liberador para la especie humana.
En segundo lugar, aparecieron de nuevo los trabajadores, borrados por el discurso de la “economía posindustrial” y la “sociedad del conocimiento”. De pronto unos mineros atrapados nos devuelven a la realidad: alguien tiene que hacer el trabajo material, alguien tiene que arrancar de la tierra el cobre para los cables de energía, para las bovinas de los motores, para las piezas de los aparatos electrónicos. De repente captamos que el conocimiento no trabaja solo, se encarna en gente muy real y concreta que hace girar la cadena global de producción. Gente que hace enormes esfuerzos y sí, ¡sacrificios!, para que la sociedad funcione. Es el secreto “mejor guardado” de la globalización, una verdad sepultada, ya no por toneladas de roca, sino de libros y discursos que pronosticaron la “desaparición del proletariado” y el “fin del trabajo”. En un artículo de esta semana se lee: “Ya no hay burgueses y proletarios como los que Diego Rivera mostraba en sus murales”.[2] El autor es de la izquierda posmoderna.
A continuación se pone de presente la hipocresía de la sociedad chilena. Los explotadores aparecen como redentores. El multimillonario Piñera es ahora “el salvador”, junto a la aristocracia chilena (pinochetista). La realidad es que los mineros atrapados se convirtieron en un problema político. ¿Cómo dejarlos morir una vez se supo que podían sobrevivir semanas, incluso meses? ¿No resultaba más rentable dejarlos morir -así no más-, como cientos de veces sucede en minas por todo el mundo? Sí, era más rentable, pero “políticamente incorrecto”. De un momento a otro se convierten en la “gran causa nacional”, aquella que hermana al
potentado con el minero, la que borra toda diferencia de clase. Es la soñada comunidad de intereses entre el capital y el trabajo. Las imágenes del presidente abrazando a cada minero, parecen confirmarlo.
Pero no es así. Nos enteramos que en la mina se trabaja por menos del salario mínimo, que la mayoría de mineros entraron al oficio siendo niños, que varios han pasado ya por accidentes similares (incluso en la misma mina) y que otros están mutilados o padecen graves enfermedades a sabiendas de la empresa. La terrible silicosis de algunos mineros (la destrucción pulmonar por el polvillo de las minas), es calificada de “enfermedad normal” por la gran prensa. Bajamos entonces a la cruda realidad: las ganancias priman sobre la vida humana, el oro y el cobre están manchados con la sangre de los mineros, el hambre los obliga a trabajar en condiciones peligrosas. Incluso se supo que el padre de Luis Urzúa, el héroe de la jornada y último minero en salir, fue asesinado por la dictadura fascista del general Pinochet.
Antofagasta en el norte de Chile, tienen una larga historia de saqueo, explotación, lucha y represión sangrientas. El territorio fue arrebatado a Bolivia en 1883 perdiendo éste país, no solo la salida al mar, sino la mina de cobre más importante del mundo. Las salitreras explotadas por los británicos, motivaron la matanza de cientos de mineros en Iquique en 1907[3]. Cuando decayó el salitre vino la explotación del oro, de la plata y del cobre por parte de las trasnacionales norteamericanas. Es conocido el papel activo que éstas jugaron a través de la CIA en el golpe militar que derrocó y asesinó al presidente Salvador Allende en 1973.
Esta feroz dictadura se mantuvo con el apoyo estadunidense hasta 1990. Una protesta convocada por la Confederación de Trabajadores del Cobre, fue el principio del fin para la dictadura.
Hace apenas unos meses, 73 mineros murieron sepultados en una mina en Amagá, Antioquia. El regenerador Uribe Vélez fue a darse pantalla y a ratificar que su gobierno dejaría morir a los afectados. Cumplió su palabra. Era “minería artesanal” y no se dio el hecho político que “justificara la inversión” del rescate. Solo los demás mineros hicieron esfuerzos denodados por salvar a sus hermanos, pues saben que se puede sobrevivir semanas después de un accidente. El esfuerzo fue en vano sin ayudas técnicas y logística adecuada. Ahora, en el momento final del rescate en Chile, se informa de dos mineros atrapados en una mina artesanal en Boyacá.
Semanalmente las minas por todo el mundo se tragan vivos a aquellos que ofrecen su carne a esa vorágine horrorosa, a esa fantástica y alucinante fiesta de la riqueza capitalista. Incluso en tiempos coloniales, ya el cerro maldito de Potosí en Bolivia se había tragado la vida de ocho millones de indios a lo largo de 300 años, cerca, muy cerca de donde ocurrió el accidente chileno. Y hoy la fiebre del coltán, la bauxita, los diamantes y el petróleo se tragan la vida de países, pueblos y regiones incendiadas por guerras que los países imperialistas financian en su afán de ganancias. La Fuerza Aérea Colombiana bombardeó la comunidad indígena del Resguardo Uradá Jiguamiandó, en los límites entre Antioquia y Chocó, el 30 de enero de 2010. La clara intención del bombardeo era desplazar a la comunidad indígena y negra, para dar vía libre al proyecto minero Mandé Norte. Eso también sucedió cerca, muy cerca de donde yacen los cadáveres de los mineros de Amagá. La novela Germinal de Emilio Zolá, epopeya que exalta la lucha de los mineros franceses a finales del siglo XIX, termina con estas palabras: “Echó andar de prisa, contemplando la vida sombría de aquel pueblo subterráneo de esclavos. Pero allí abajo también crecían los hombres, un ejército oscuro y vengador, que germinaba lentamente para quien sabe que futuras cosechas, y cuyos gérmenes no tardarían en hacer estallar la tierra.”
[1] De la bomba de Hiroshima, de los campos de concentración, de la crisis ambiental, etc., etc.
[2] José Steinsleger, Lecciones ecuatorianas, Miércoles, 13 de Octubre de 2010, La Jornada.
[3] La Cantata “Santa María de Iquique” del grupo Quilapayún, se inspiró en esta gesta obrera.