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El científico colombiano Rodolfo Llinás, uno de los mayores conocedores del cerebro humano, revela su punto de vista sobre el actual debate entre el creacionismo y el evolucionismo.
REVISTA CAMBIO, SEMANA DEL 27 DE AGOSTO AL 1 DE SEPTIEMBRE.
CAMBIO: El debate ha vuelto a estar de moda en el ámbito escolar de Estados Unidos: evolucionistas contra creacionistas; ciencia contra religión. ¿Hay que erradicar alguna de las dos?
RODOLFO LLINÁS: Hay que erradicar el creacionismo. Eso impide a la gente pensar claramente. También hay un término medio de moda, el diseño inteligente, que dice que la evolución existe pero está prediseñada, que la vida es tan especial que tuvo que ser generada de un modo dirigido. El problema es que esa manera de pensar niega muchas cosas que se saben del sistema evolutivo: que ciertas mutaciones en el ADN producen seres que no van a subsistir, y que solo sobreviven las soluciones buenas. El creacionismo evolutivo suprime la selección natural. Y no, uno sabe que esto no está diseñado.
¿Qué disparó la evolución del cerebro humano?
Lo más probable es que haya sido la postura. El simio humano aprendió a caminar en dos piernas y esa postura equilibrada le permitió tener un cerebro más grande. La postura también ensanchó la pelvis, lo que igualmente hizo posible que nacieran animales con el cerebro más grande: el número de células de un cerebro está limitado por el canal por el que nace. La destreza de las piernas de adelante, que llamamos brazos, también nos dio una ventaja increíble, así como el cambio de la estructura de la laringe: podemos producir fonación y por tanto, lenguaje hablado. Y de ahí al lenguaje escrito hay un paso muy pequeño.
Otro debate de moda: el determinismo, saber hasta qué punto nuestro comportamiento está programado en nuestros genes. ¿La educación que recibimos moldea nuestros cerebros, o lo que seremos ya está escrito?
El cerebro es enormemente plástico, pero limitado. Su situación inicial da ventajas o desventajas. Definitivamente, nacemos con muchas capacidades, son heredadas. Pero no solo hay causas genéticas, sino también epigenéticas.
¿Es decir?
Tenemos el embrión, pero está sometido a continuos movimientos, rayos gama, comida, pequeñas modificaciones que generan cambios enormes. La información primaria está ahí, pero son tantas las cosas que pasan con ella que ni siquiera los gemelos idénticos terminan siendo idénticos. Los padres podrían darles una crianza igual, pero tal vez no resulte tan formativa como pudo haber sido el hecho de cuál era el que estaba arriba y cuál estaba abajo en el útero. En ese caso, el determinismo genético no se puede demostrar.
¿Lo que llamamos alma está en el cerebro?
No está; es.
¿Y cómo le explica eso a una sociedad creyente?
No se le puede explicar. Es como cuando una persona dice: "Vi un fantasma". Y usted le responde que claro, que las alucinaciones visuales existen, pero están dentro de su cabeza. Y él insiste: "Yo lo vi afuera". ¿Cómo decirle que no? No hay nada que hacer.
¿Alguna vez ha sospechado la existencia de un más allá?
Ya de niño no me sonaban esas cosas. No entendía la religión y tenía unas peleas tan fuertes con un cura, que escandalizaban a la gente del bus. Yo preguntaba: ¿Por qué Dios es tan desgraciado que deja que nazca gente a sabiendas de que se irá al infierno? ¿Si Dios sabe todo lo que yo necesito, por qué me pide que le rece? ¿No debería decirme: "Yo sé lo que necesita, no moleste más"? ¿O por qué me obliga a decirle todos los días que él es el mejor, el más bonito, y si no lo hago se calienta? Dios es muy humano, vengativo, nuestra imagen y semejanza. No comprendí nada de religión y no me explico cómo la gente entiende esas vainas.
¿Y se ha preguntado por la telepatía?
La historia de la sociedad está basada en el hecho de que la mente no se puede leer. Si pudiera hacerse, no habría telefonía, negocios ni asesinatos. La telepatía haría imposible el contrato social. ¡Pero cómo puede haber gente tan estúpida que no comprende eso!
¿Cuál es su obsesión científica en este momento?
Las bases físicas de la subjetividad. Yo sé cuáles son las bases físicas de muchos aspectos biológicos, pero no sé cuál es el efector físico que produce sentimientos. Tienen que ser unas células, pero ¿qué particularmente? ¿Filamentos? ¿Microtubos? ¿Mecánica cuántica? Conocemos perfectamente cómo se genera la fuerza de los músculos, pero ¿cómo se generan el verde, el deseo o el amor? Quiero saber cuáles son los procesos neurológicos de esos sentimientos, que pertenecen a la misma categoría.
Con tan estrecho margen para la magia, ¿usted puede, por ejemplo, enamorarse?
Cuando termine esto podremos decir que el amor consiste en ciertos niveles de calcio intracelular en estas dendritas. Y la respuesta es sí, con más cariño se enamora uno, porque ahora entiende profundamente esas cosas que lo hacen gritar "¡me enamoré, ala!", como si le pegaran una infección. Así se le añade a la estructura emotiva la estructura intelectual, y el amor se hace mucho más profundo y más real.
¿QUIÉN ES?
Nacimiento. Bogotá, 1934.
Estado civil. Casado, dos hijos.
Estudios. Medicina en la Universidad Javeriana, doctorado en Neurociencias en la Universidad Nacional de Australia.
Cargos. Profesor de la cátedra Thomas and Suzanne Murphy en el Centro Médico de la Universidad de Nueva York y director del departamento de Fisiología y Neurociencias de Escuela de Medicina de la misma institución. Dirigió el programa Neurolab, de la NASA. En el ámbito científico internacional, es considerado uno de los mayores conocedores del cerebro humano.
Libros. El cerebro y el mito del yo (Norma, 2003).
15 de Octubre de 2007 - UCI
Un misterio primordial que perturba a los neurocientíficos, ¿en qué lugar del cerebro reside la inteligencia? , podría tener una respuesta apuntando a todas partes en vez de a un punto en concreto.
Richard Haier, de la Universidad de California en Irvine, y Rex Jung, de la Universidad de Nuevo México, han efectuado una revisión de 37 estudios basados en escaneos del interior del cerebro relacionados con la inteligencia, incluyendo estudios efectuados por ellos mismos. Y han encontrado evidencias de una neurobiología distinta para la inteligencia humana. Su Teoría de la Integración Parieto-Frontal identifica una red cerebral relacionada con la inteligencia, que involucra principalmente áreas en los lóbulos frontales y parietales.
Estudios recientes en el ámbito de la neurociencia sugieren que la inteligencia está relacionada con el grado de eficiencia del movimiento de la información a través del cerebro. Esta nueva revisión de estudios identifica las "estaciones" a lo largo de los trayectos en las que tiene lugar el procesamiento inteligente de la información. Una vez que los científicos conozcan bien dónde están todas las estaciones, pueden estudiar cómo se relacionan con la inteligencia.
Los datos sugieren que algunas de las áreas del cerebro relacionadas con la inteligencia son también las que se relacionan con la atención, la memoria, y con funciones más complejas como el lenguaje. Según Haier y Jung, esta posible integración de funciones cognitivas sugiere que los niveles de inteligencia pudieran estar basados en el grado de eficiencia con que las redes parieto-frontales procesen la información.
Los estudios por imaginología cerebral sobre la inteligencia son relativamente nuevos. El propio Haier hizo algunos de los primeros hace sólo veinte años. Aunque todavía persiste el debate acerca de cómo definir y medir la inteligencia, Haier y Jung han encontrado concordancias sorprendentes en los estudios que revisaron, a pesar de que representaban aproximaciones muy variadas.
Haier y Jung han hecho algunos de los hallazgos fundamentales en los estudios sobre la inteligencia. En 2004, descubrieron que las regiones relacionadas con la inteligencia general están ubicadas por todo el cerebro y que un "centro de inteligencia" único, como el lóbulo frontal, resulta improbable. Y en 2005, encontraron que, si bien no hay diferencias apreciables en cuanto a inteligencia general entre los sexos, como demuestran las puntuaciones en los tests de inteligencia, las mujeres tienen más materia blanca que los hombres, y éstos más materia gris que las mujeres, lo que sugiere que ninguna estructura neuroanatómica única determina la inteligencia general y que diferentes tipos de "diseños" cerebrales pueden dar lugar a una eficacia intelectual equivalente.
La investigación genética ha demostrado que los niveles de inteligencia pueden heredarse, y dado que los genes trabajan a través de lo biológico, debe haber una base biológica para la inteligencia. Los científicos tienen un largo trecho por recorrer antes de desvelar los detalles, pero el modelo de redes propuesto por Haier y Jung proporciona un buen camino para la comprobación de nuevas hipótesis en futuros experimentos.