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POR CARLOS MIDENCE
Managua, Nicaragua, Nuevo Amanecer Cultural, Lunes 4 de Diciembre de 2000
Se agradece a Alberto Mansueti por la edición.
Un previo del Editor: ¿quién es Alan Sokal?
Es un físico norteamericano, dedicado a la teoría cuántica, abocado a dar respuesta a ciertos filósofos posmodernos [entre ellos Baudrillard, Virilio, etc.] que abusaban del lenguaje de la física. Sokal escribió un célebre artículo, «Transgressing the Boundaries: A New Hermeneutics in Quantum Theory», en el cual, deliberadamente, introducía gazapos científicos de bulto utilizando el lenguaje de la física erróneamente para su publicación en la revista Social Text. El artículo fue aceptado sin problemas, pese a lo ridículo del lenguaje, deliberadamente afectado y pretencioso. A continuación Sokal denunció el fraude burlesco en otro artículo, «Transgressing the Boundaries; An Epilog», que la revista rechazó. Buscando un mayor escándalo y dirigiendo su ataque contra Francia, la madre del posmodernismo, Sokal publicó, junto a Jean Bricmont, Imposturas intelectuales [Paidós, 1999], donde profundiza en las críticas, abarcando nuevos campos y señalando a otros pensadores. Sokal ha logrado crear así el affaire intelectual por excelencia de las postrimerías del siglo XX, provocando una intensa polémica entre científicos y humanistas.
Aunque se autodefine de izquierda, Sokal también se autoretrata como una suerte de Elliot Ness que quiere limpiar la cultura de los gángsters posmodernos. Pero su combativa actitud ha recibido respuesta por parte de los franceses, especialmente en el libro Impostures Scientifiques [La Découverte, 1998]. Exasperado, el sociólogo de la ciencia Bruno Latour sugiere que el posmodernismo francés genera «sustancias intelectuales duras» y «corruptoras» de la mentalidad puritana americana, pues señalan la verdad de la ciencia actual, y de ahí la apuesta desaforada y sesgada de Sokal.
Entrevista a Alan Sokal, el físico teórico que se atrevió a denunciar la charlatenería del vocabulario posmoderno. Sokal es profesor de física en la Universidad de Nueva York. Durante los 80 militó en la solidaridad con Nicaragua y El Salvador, y en los años 1986-88 pasó varios meses enseñando matemática en la UNAN-Managua. Recientemente ha adquirido fama por la publicación de una controversial obra en co-autoría con el físico belga Jean Bricmont, el libro Imposturas Intelectuales (Paidós, Barcelona-Buenos Aires-México, 1999), en el cual critican la corriente de pensamiento llamado «posmodernismo».
CM: ¿Cuáles son los temas que abordan junto con Bricmont en su controversial libro Imposturas Intelectuales?
AS: Primero tengo que aclarar que nuestro libro tiene dos blancos un poco diferentes y es importante distinguirlos.
1) Por un lado, criticamos el abuso grosero de conceptos o términos científicos, por parte de renombrados intelectuales franceses «posmodernistas» como Jacques Lacan, Julia Kristeva, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze, Félix Guattari, etc. Demostramos que estos autores han tirado palabras eruditas a la cara de sus lectores no científicos sin preocuparse en lo más mínimo por su significado -- o siquiera por su relevancia para los temas que pretenden estudiar (psicoanálisis, semiótica, sociología, filosofía, etc.). Obviamente ésta es la parte del libro que provocó tanto escándalo en Francia, pero, desde mi punto de vista, es la parte intelectualmente menos interesante porque creo que es irrebatible.
2) La segunda parte del libro me parece más interesante y también mucho más delicada. Se trata de una crítica del relativismo cognitivo, o sea, de la idea de que afirmaciones de hecho -- ya sean hechos comunes como «hay un vaso de agua sobre la mesa» o afirmaciones históricas o científicas -- no pueden ser verdaderas o falsas objetivamente, transculturalmente, sino que sólo pueden ser verdaderas o falsas relativamente a una cultura o a un determinado grupo social. Queremos criticar esas ideas relativistas y tratar también de explicar en parte como surgieron. El propósito de ese largo capítulo del libro es, pues, desenredar algunas de las confusiones que nos parecen muy difundidas, no tanto en circulos filosóficos sino en círculos de las ciencias sociales.
CM: ¿Cuál es la relación entre las dos partes del libro?
AS: Es principalmente sociológica: los pensadores franceses culpables de imposturas están de moda en muchos de los mismos círculos académicos, por lo menos en EE.UU., donde el relativismo cognitivo es la filosofía generalmente aceptada. Pero es importante subrayar que la palabra «imposturas» del título se refiere únicamente a la primera parte del libro; en la parte dedicada al relativismo, criticamos errores de pensamiento y ambigüedades del lenguaje, pero no acusamos a nadie de imposturas.
CM: ¿Qué los impulsó a desenmascarar estas arbitrariedades del posmodernismo?
AS: Nuestras motivaciones son a la vez intelectuales y políticas. A) Intelectualmente queremos criticar ideas que están de moda pero que nos parecen fruto de confusiones de pensamiento (o peor, de imposturas). B) Politícamente queremos ayudar a poner en orden nuestra propia casa, la de la izquierda. Nos sienta mal que nuestros compañeros políticos se pierdan en discursos estériles como los del postestructuralismo. Además nos parece que el relativismo cognitivo es una base muy débil para la construcción de una crítica social radical. A fin de cuentas, tenemos la tarea de convencer a nuestros conciudadanos de la validez de nuestro análisis del sistema económico-social y político. Y tenemos que convencerles también que nuestras propuestas para cambiar el orden social o político tendrán los efectos sociales que pretendemos. Así, pues, en las dos partes del análisis tenemos que hacer afirmaciones acerca del mundo. No basta con decir que «mi teoría feminista es tan buena como tu teoría machista»; hay que decir que mi teoría feminista es mejor que tu teoría machista y explicar convincentemente por qué.
CM: ¿Al acusarlos de impostores intelectuales, Uds. pretenden desautorizarlos en todos los ordenes: sociológico, filosófico, entre otros?
AS: No. Cada aspecto hay que analizarlo separadamente, y no pretendemos hacer un juicio global de los escritos de estos autores. Nos limitamos a señalar los abusos groseros que hemos detectado dentro de los campos de nuestra competencia (matemática y física).
CM: Admitamos que el 2% de la obra de Lacan donde utiliza conceptos de topología y lógica matemática es puro fraude. Pero, ¿qué implica a propósito del resto?
AS: Lógicamente, nada. Es perfectamente posible que haya algo de interés en el resto de sus escritos. Pero cuando se descubre una deshonestidad intelectual (o una manifiesta incompetencia) en una parte, aunque sea marginal, de los escritos de un autor o autora, es natural querer examinar más críticamente el resto de su obra. No queremos prejuzgar los resultados de ese análisis, sino simplemente disipar el aura de profundidad que a veces ha intimidado a estudiantes (y profesores) de examinar esos escritos con un ojo crítico.
CM: Consideraría, como analogía, el caso de un político que ha cometido actos de corrupción en uno de sus cargos políticos. ¿Eso significa que ha sido corrupto en todos sus cargos políticos?
AS: No necesariamente; pero el hecho de su corrupción probada en un caso debería incitarnos a indagar más, a examinar más de cerca y con menos ilusiones.
CM: ¿Que propondrías como sustitución de la teoría de la posmodernidad/posmodernismo?
AS: Primero hay que distinguir entre «teoria de la posmodernidad», y el «posmodernismo» que nosotros criticamos.
1) Segun ciertos sociólogos, ha habido en las últimas dos décadas cambios sociales, económicos y culturales tan profundos que es lícito decir que vivimos en una nueva fase histórica, la «posmodernidad». Estas afirmaciones sociológicas son evidentemente discutibles, pero no constituyen el blanco o el tema de nuestro libro.
2) Lo que nosotros criticamos es, más bién, una corriente filosófica e intelectual -- llamémoslo «posmodernismo» a falta de un término mejor -- caracterizada por el rechazo más o menos explícito de la tradición racionalista de la Ilustración, por elaboraciones teóricas desconectadas de cualquier prueba empírica, por discursos obscuros y a veces francamente surrealistas, y por un relativismo cognitivo que considera que la ciencia moderna no es nada más que una «narración», un «mito» o una mera construcción social.
CM: ¿Entonces que filosofía defienden?
AS: Sin pretender resumirla en dos frases -- pues dedicamos un largo capítulo a la filosofía de la ciencia, y no quiero que nos tachen de «positivistas» o «empiristas ingenuos» -- diría que se debe medir la validez de una teoría confrontándola con los hechos y evaluándola racionalmente.
CM: En todo caso quienes iniciaron esta ruptura de fronteras epistemológicas fueron científicos duros como Werner Heisenberg, quién afirmara que «Las leyes naturales que formulamos en la teoría cuántica ya no se ocupan de las partículas elementales sino del conocimiento que tenemos acerca de ellas. La ciencia deja de ser el espectador objetivo de la naturaleza para reconocerse a sí misma como actor.» ¿Que les dirías a ellos?
AS: Bueno, la interpretación de la mecánica cuántica es uno de los asuntos más controvertidos y sin resolver de toda la ciencia moderna. LLevamos más de 75 años estudiando la mecánica cuántica y utilizándola; da predicciones que han sido confirmadas experimentalmente hasta una precisión increíble (en un caso hasta 11 cifras); pero no estamos muy seguros de lo que signfica a propósito de la estructura básica del universo (a nivel atómico). ¿El universo está compuesto de partículas? ¿De funciones de onda? ¿De ambas cosas? Yo mismo llevo más de 25 años estudiando la mecánica cuántica, y debo decir honestamente que más la estudio menos la entiendo. Por esa razón, creo que las declaraciones de Heisenberg que citaste fueron, como poco, prematuras y muy discutibles. Como interpretación de la mecánica cuántica son prematuras y discutibles; como filosofía general aún más.
CM: ¿Que opinión le merece las afirmaciones, siguiendo a los científicos anteriores, de autores como Gerald Holton (historiador de la física de Harvard) y Lorena Pretta, quienes afirman que no se puede, ni debe, separar de forma absoluta los modelos científicos -- el exacto (duro) y él de las humanidades -- e incluso tienen investigaciones serias sobre el tema de la imaginación científica?
AS: En cuanto a la imaginación científica, es un tema importante de investigación histórica, sociológica y psicólogica. ¡Todos los científicos sabemos muy bien que el trabajo científico requiere imaginación! Casi nunca se trata simplemente de recoger datos e inferir la teoría. Estoy, pues, completamente a favor de tales investigaciones.
CM: Vos y Bricmont, ¿pretenden revalidar las posturas de la escuela de Viena? Karl Popper decía que los modelos no son verdaderos más que dentro del contexto de la teoría a la cual pertenecen, y ésta se relaciona siempre en mayor o menor grado con un trasfondo ideológico e intelectual, con toda una tradición que no parece separarse que de manera violenta. ¿Sokal sería ese violentador del que hablaba Popper? Kuhn de igual modo hablaba de su noción de paradigma de ciencia normal y ciencia revolucionaria.
AS: En filosofía de la ciencia, no sostenemos ni la posiciones desarrolladas por la escuela de Viena durante los años 20 y 30, ni las ideas formuladas más tarde por Popper en reacción a esa escuela. De hecho, en el capítulo filosófico de nuestro libro, criticamos con bastante dureza las ideas de Popper, quién afirmaba que las teorías cientifícas nunca pueden ser verificadas pero que pueden ser falsadas; basaba toda su filosofía en esa asimetría.
Ahora bien, nos parece que en ambas partes la situación es bastante más complicada. La falsación no es tan clara como pueda aparecer a primera vista; y a diferencia de Popper, creemos que la actividad científica comporta no sólo los intentos de falsar una teoría, sino también la acumulación de pruebas que pueden indicar que la teoría es probablemente aproximadamente verdadera. Las teorías cientificas nunca son tan ciertas como los teoremas matemáticos, y casi nunca son exactamente verdaderas; no obstante, tenemos buenas razones para pensar que la materia está compuesta de átomos, que las especies biológicas han evolucionado, y muchas cosas más. Decir simplemente que nadie hasta ahora ha logrado falsar estas teorías es un modo un poco extraño de resumir los datos observacionales y experimentales.
En cuanto a Thomas Kuhn y su idea de «paradigmas» que de vez en cuando sufren rupturas («revoluciones científicas»): Es un resumen sensato de la historia de la ciencia y no tenemos ninguna objección. Pero discrepamos con Kuhn cuando añade que los paradigmas son inconmensurables en el sentido de que no se puede elegir racionalmente entre paradigmas concurrentes (Newton y Einstein, por ejemplo) sobre la base de observaciones y experimentos. Eso simplemente no es cierto. Si querés, podés decir que la mecánica newtoniana y la mecánica einsteiniana constituyen dos «paradigmas» diferentes -- es verdad que utilizan conceptos muy distintos para representar la naturaleza -- pero sostengo que sí se puede elegir racionalmente entre estas dos teorías, y que una vasta cantidad de datos experimentales indican que la teoría de Einstein es mejor. No que sea la última palabra en física, sino que está más cerca de la verdad que la teoría de Newton.
CM: ¿Para vos la cultura y la tradición no intervienen el los postulados cientificos, como lo han demostrado Holton, Pretta y el mismo Popper?
AS: ¡Los científicos somos seres humanos! Claro que estamos afectados tanto por la tradición de nuestra disciplina científica como por un montón de factores sociales y culturales. Nadie lo negaría. Y una de las tareas del historiador de la ciencia es precisamente investigar este nexo entre ciencia y cultura. Por ejemplo, los historiadores han demostrado que cuando Darwin concebía su teoría de la evolución de las especies biológicas por selección natural, una de las influencias en su pensamiento fueron las ideas sociales y económicas de Malthus. Es un hecho histórico muy interesante. No obstante, en los 150 años después de que Darwin concibiera esta teoría, se han acumulado miles de pruebas a favor de ella -- que van desde la paleontología a la virología a la biología molecular -- y estas pruebas ya no tienen nada que ver con las circunstancias de concepción de la teoría. Dicho de otra manera, hay que distinguir entre lo que los filósofos llaman el «contexto de descubrimiento» de una teoría, y su «contexto de justificación».
CM: ¿Considerás éste el fin de la posmodernidad/posmodernismo?
AS: Bueno, como he dicho, no pretendo juzgar la idea sociológica de «posmodernidad»; sólo pretendo criticar las ideas filosóficas que se conocen como «posmodernismo». Ahora bien, ¿nuestro libro marcará el fin de estas teorías? Lo dudo. Creo, eso sí, que hemos tenido algun efecto positivo, creo que hemos estimulado un debate sano, pero no pretendería haber logrado un k.o.
CM: ¿Mensaje a los lectores y seguidores de la posmodernidad?
AS: Diría a los lectores lo mismo que digo a mis alumnos a principios de cada semestre. Que es: utilizá tu propia cabeza; nunca creás algo por la simple razón que yo lo diga. Si yo afirmo algo, tengo la obligación de sostener mis afirmaciones con razonamientos lógicos y/o datos empíricos. Tengo la obligación de explicarte lógica y claramente por qué es razonable creer lo que estoy diciendo. Y si mis explicaciones no te son convincentes, debés pedirme más explicaciones, hasta que podás formular tu propio juicio racional. Creo que es un buen consejo, no sólo para estudiantes de física o matemáticas, sino también para ciudadanos.