La ciencia en la historia y su impacto en la sociedad

Lo que distingue a la historia humana de la historia del resto de la naturaleza, incluyendo la de los animales y las plantas, es que el hombre ha aprendido a producir y reproducir sus propios medios de existencia. Al actuar sobre la naturaleza, el hombre modifica el mundo natural y el propio mundo humano. Por medio del trabajo, con la ayuda de la ciencia y la técnica, se sostiene y profundiza la existencia material de la sociedad. Sin el trabajo y sin la ciencia, sería imposible el florecimiento del espíritu humano, el arte, la educación y la cultura.

No obstante, en sus orígenes, el saber científico no tenía el impacto que tiene en la época moderna. Los grandes adelantos tecnológicos de etapas anteriores, fueron más producto del ingenio de gente sencilla y no patrimonio de científicos o altos centros del pensamiento y la técnica. El fuego, la agricultura, el pastoreo, la rueda, la fundición de los metales, el arco y la flecha, el barco y la vela, fueron todos desarrollos que se dieron al margen de centros especializados del conocimiento y asimismo se difundieron.

Posteriormente, dichos saberes fueron formalizados en las distintas disciplinas científicas y en las academias y universidades, estableciendo una división del trabajo entre los que piensan y los que hacen, los que trabajan con su cabeza y los que trabajan con sus manos. Esta división, si bien necesaria en un comienzo, impide ahora a inmensas mayorías acceder al conocimiento científico, así como tomar control de sus beneficios.

El desarrollo de la ciencia no ha sido uniforme, ha tenido febriles períodos de auge, largos períodos de estancamiento, e incluso, algunos de retroceso. Se dice que más del 90% de los científicos de todas las épocas están vivos en la actualidad, lo cual dice mucho del crecimiento exponencial de la industria científica en nuestras sociedades.

Durante el renacimiento y los siglos subsiguientes, la ciencia se volcó al estudio de las cosas particulares, olvidándose de la visión abarcadora de la antigüedad, volviéndose concreta y analítica. El científico moderno reunificó la ciencia y la técnica. Por lo menos desde Galileo, la ciencia ha venido enfocándose hacia el experimento, a actuar sobre el mundo para controlarlo y darle utilidad. El impacto sobre la sociedad fue directo e inmediato, alterando la estructura toda de la sociedad humana.

Hoy nuestra civilización no podría sostenerse sin el apoyo de la ciencia y la técnica y lo será aún más en el futuro. La aldea global se ha hecho realidad con la revolución de los transportes, la informática y las telecomunicaciones. El estudio del genoma ha puesto de presente la unidad orgánica de toda la vida terrestre, de modo que hoy sabemos que no hay “razas” humanas y que todos provenimos de un antecesor común que vivió en África unos seis millones de años atrás.

La ciencia ha sido una fuerza civilizadora, una fuerza propulsora del desarrollo liberando a la humanidad de las garras de la superstición y la escasez. La ciencia sirve para crear nuevos objetos, nuevas ideas, nuevas tecnologías y nuevas formas sociales. Hoy en día la ciencia es una fuerza directa de producción. No podemos seguir considerando la ciencia, la investigación, el trabajo y la vida social como cosas separadas.

No obstante, tenemos que estar alertas frente a la tendencia a convertir la ciencia en un factor de dominación. La ciencia misma puede ser utilizada para concentrar el poder económico, ejercer dominación política y controlar a las personas. Hoy, la devaluación del mundo de los hombres, está en proporción directa con el creciente valor del mundo de las cosas. Y la ciencia parece estar contribuyendo a profundizar este fenómeno.

La ciencia es vital para la supervivencia de la especie, al tiempo que una amenaza de continuar realizándose y utilizándose como se hace. No es la racionalidad científica la que regula la economía y la política: es la racionalidad económica y política la que regula la ciencia y la somete. La sociedad actual nos han suministrado algunas cosas magnificas, pero al mismo tiempo, nos han enseñado muy malas maneras de utilizarlas. El uso del petróleo y sus derivados -con sus secuelas de calentamiento global y desastres ambientales- es una clara muestra de ello.

Estas reflexiones apuntan a entender que el ejercicio de la ciencia no está separado del entorno social y estructura de poder determinados. Y que dicho entorno social puede favorecer u obstaculizar el quehacer de los científicos y mejorar o estropear la sociedad humana. Los científicos tienen que reflexionar sobre esto y ojalá asumir una postura.

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