El unicornio azul

corriente 7 años, 4 meses atrás Opinión , Poema Comentarios

Por: Camilo de los milagros.

Bastante se ha hablado sobre América y sus rostros. Sobre la identidad de nuestro continente o sobre su no identidad. Sus herencias, sus originalidades y sus legados. Aun no hemos comprendido América; no nos resignamos, en las academias, en las escuelas, en la escritura, a ser lo que somos: americanos.

Este escrito es la reseña de uno de esos hijos de nuestra América, para comprenderla a través de sus voces. Más hay que empezar por el final si no se quiere confundirlo todo.

Muchos hemos escuchado desde la infancia la canción de Silvio Rodríguez sobre el Unicornio Azul. Silvio, del que sabemos un excelente músico, demuestra también estar a la altura de la mejor poesía de Cuba. Sin embargo pregunto ¿ha comprendido la juventud latinoamericana que quiere decir Silvio con su metáfora del Unicornio Azul? ¿Siguen creyendo ustedes que es un amor que se ha ido, una mujer muy bella o un caballo con un cuerno en la frente?

Sigan creyendo que es una canción triste (lo es) que es una lamentación de amor (lo es también) pero por favor no crean que se le pueden dar mil interpretaciones a la letra, porque eso sería un crimen con el personaje de nuestra historia. Y por favor, no la dediquen. No es una canción para dedicar, es más bien, para recordar.

Silvio Rodríguez tenía en mente a un amigo suyo, otro poeta, casi desconocido para nosotros y proscrito de las escuelas donde el esteticismo, la “interpretación” y las “bellas letras” han enterrado a algunos de los mejores escritores de la historia. Silvio hablaba de Roque Dalton, escritor y revolucionario Salvadoreño, a mi juicio uno de los mejores representantes de la poesía del Boom en los 60 y quizá uno de los personajes más interesantes y apasionantes de las letras americanas del siglo XX.

Profesor, ¿Por qué no hemos leído nada de Roque Dalton en la universidad? Porque fue guerrillero, jovencita. ¿Por qué fue guerrillero, profesor? Porque en el Salvador de los años 50 escribir versos libres o incluso hablar de poesía era una actividad revolucionaria. Los militares incendiaron la Universidad del Salvador en 1956 por considerarla un nido de la subversión, para que nos hagamos una idea.

Para entonces Roque era un joven estudiante de derecho, preguntándose por la creación poética y por los sucesos que sacudían su patria desde los años 30: Qué papel debía jugar el poeta en ese rosario de dolores que apenas empezaba para las repúblicas centroamericanas.

Al leer sus poemas de época de estudiante se verán las pasiones y los odios, la irreverencia y una terrible carga existencial que no le abandonó en toda su vida. Imaginémoslo en clase:

“Lisa: desde que te amo, odio a mi profesor de derecho civil” escribe. Y más adelante

“Y yo, pobre galeote de este siglo / siervo inconcluso del hastío y la sangre / te escribo y te amo mientras todos hablan / de los contratos de adhesión. / Ah, lisa, lisa, estoy / completamente herido.”

En la poesía de Roque encontramos la influencia de otros dos grandes de América: Cesar Vallejo y Pablo Neruda, del vanguardismo de principios de siglo y una búsqueda continua por un estilo propio.

Pero el principal mérito de los autores del Boom y el de Roque ha sido encontrar o encontrarse como subjetividades en medio de su propia historia, de su propio pueblo y cultura.

Por eso la poesía de Roque Dalton es una trasparencia hacia su alma; sincera y sin velos, sin pretensiones de erudición, sin falsas tristezas ni metáforas impostadas: leer a Roque es como ver sus lágrimas, sentir sus amores, creer en su dolor y en su alegría. Leerlo es vivirlo.

No fueron dolores de mentiras ni lágrimas de cocodrilo: múltiples amenazas e intentos de asesinarlo; exilio; cárceles; varias fugas de la cárcel; torturas y golpizas; detenciones; amores inconclusos; revueltas y rebeliones; huelgas y reuniones; y en medio de todo ese huracán de rebeldía un corpus de producción literaria enorme.

¿Cómo logra entonces Roque conciliar una poesía tan subjetiva y personal con su vida y actividad política, con el destino de su patria y de su pueblo? Es una cuestión de concepción: cada poeta tiene un “arte poética”, cada uno piensa cómo debe ser la poesía: Borges ha hablado de Ítaca, del tiempo, de Ulises y del Río. Huidobro ha dicho que no hay que cantar la rosa sino hacerla florecer en el poema. Roque Dalton no dice cómo debe ser, pregunta más bien, para quién: en su Arte Poética comienza hablando de las angustias, hace una disertación sobre el hombre que mira sin dinero las telarañas en el techo, habla del hambre y la fatiga de la gente por encontrar la alegría, de los que “bromean con el mar lo toman jovialmente por los cuernos”, que “cantan desnudos en el cordial vaso de agua”, en fin, una visión de los otros que nadie mira, de los olvidados y silenciados, y finaliza con una sentencia única:

“La angustia existe, si. Como la desesperanza, el crimen y el odio. ¿Para quién deberá ser la voz del poeta?”

Esa es la pregunta que mueve la poesía de Roque Dalton, que hace de su ser uno de los más originales de la historia de América. En múltiples poemas se reprocha a sí mismo el ser tan egoísta, no dar todo lo que debería. Para quién será su voz y su vida.

Concebir la poesía para Roque era conocer y ser el mundo, encontrar los símbolos y metáforas en lo profundo de la vida misma, y en su caso en la vida diaria, cruda y descarnada, violenta y agobiante; por ello la suya es una escritura detestada por visiones que son incapaces de ver la belleza, el amor o la creación por fuera de los libros.

Algunos se inspiran para escribir en el estudio de los clásicos y la “sabiduría”, como le pasa todavía hoy a los mediocres grecoquimbayas de nuestra patria. Otros se limitan a copiar al autor o autores de moda, lo más novísimo, lo último, lo avasallador.

Pero no hay nada más avasallador que el mundo.

En uno de sus poemas dedicado al sumo pontífice le increpa a visitar las casas de empeño y a montarse en los buses, le pregunta si sabe que “por los bares se anhela verte blasfemar, verte pelear por una mujer”, le pide que al menos se conmueva “antes de morir e ir al cielo, a ese lugar de vidrio y algodón fundado por pescadores descalzos, por locos, por iracundos carpinteros, por rústicos encallecidos de las manos con ropones hediondos a sudor...”, que se unte de humanidad, de vida, de mugre.

No en vano hay que salir de las universidades y las bibliotecas o no estar nunca en ellas para entender que la literatura está en la vida misma, como hizo el Quijote cuando dejó de leer libros. Así es que lo más literario, poético y hermoso que tiene la historia de Roque Dalton no son precisamente sus poemas: ellos son un recuento, un reflejo de todo lo que no alcanzamos a imaginar y a comprender, de su otra obra que no quedo escrita y que es la que trata de contar Silvio Rodríguez en la canción.

La vida de Roque es azarosa: viaja a los países socialistas, viaja a Cuba y vuelve a su país desangrado. En muchos de sus poemas puede leerse la angustia, el caos y la borrachera, porque Roque no es precisamente un seguidor del culteranismo o la belleza formal, sino un irreverente que escribe su existencia. De su período de madurez puede resaltarse una poesía agresiva, contestataria y rebelde pero nunca un panfleto. La fuerza de sus metáforas radica en la inmensa verdad y realidad de la que están rodeadas:

“LO TERRIBLE / mis lágrimas, hasta mis lágrimas / endurecieron. / Yo que creía en todo / en todos. / Yo que sólo pedía un poco de ternura, / lo que no cuesta nada, / a no ser el corazón. / Ahora es tarde ya. / Ahora la ternura no basta. / He probado el sabor de la pólvora:”

Después de volver a su patria y siempre al lado de su militancia política, los caminos de la resistencia lo llevan a las montañas, participando directamente en la guerra ¿tenía otra opción un hombre que nunca podría volver a su país como ciudadano libre? Muchos otros han dicho mucho de palabra. El escritor Monterroso, famoso por escribir el cuento más corto que existe, dedica desde el exilio varios de sus escritos a esas mujeres y hombres que trascienden la palabra en Centroamérica, que pusieron el pecho a las balas. Monterroso lo escribe “desde su humilde papel de escritor”, aceptando que es un enano si se mide con esos hombres y mujeres que no se resignan a la injusticia.

Entonces si Monterroso es un enano, Dalton es un verdadero gigante, porque iba a encontrar la muerte en una de las páginas más oscuras de la historia latinoamericana.

Roque Dalton, una figura casi sin igual en nuestra poesía, una verdadera rareza. ¿Cómo debemos pintar su retrato? ¿Con una pluma o un fusil? ¿Cómo el más subjetivo o el más realista de los poetas? ¿El más egoísta y apasionado? ¿El más sacrificado? Lo vemos flaco y alto, con cara de muchacho eterno, y como tal no conoció la vejez. La rebeldía debe ser la esencia de la juventud como indica un poeta español. Proscrito, marginal, rebelde: sin leyes y contemplaciones, sin ataduras formales en su poesía ni en su vida, por las tabernas y las calles sucias, en las cabañas de los campesinos, en las protestas de los obreros y estudiantes. Roque Dalton escribe sus últimas poesías desde la guerra, poesías clandestinas, que dan escalofríos a los “expertos” y a los “poetas”.

Pero el fin estaba próximo, Roque estaba escribiendo sin palabras una historia que nadie ha contado aun: una verdadera metáfora del amor y el odio en su excepcional existencia, en su obra material.Desde hace algunos años siempre me propuse escribir de prisa, como si supiera que me van a matar al día siguiente... Es terriblemente ridículo ser un escritor salvadoreño, y tal vez lo sea sólo por la haraganería y el egoísmo nacional.” Dijo a finales de los sesenta.

Y murió asesinado en la guerra, pocos años después, en un confuso hecho de intrigas y espías.

Creo que sus hijos siguieron siendo guerrilleros en Centroamérica. A uno de ellos le dijo en un poema que la poesía lo había llevado al camino de la revolución, más aspiraba que la revolución algún día devolviera a su hijo el camino de la poesía.

Con su muerte se perdió para América uno de sus más grandes escritores, uno de los que al menos no se limitó solamente a escribir.

¿Entienden ahora porque Silvio ha llamado a su amigo Unicornio Azul? Lo llama así porque se perdió algo único con su muerte, algo mágico, un hombre sin par, irremplazable e irrepetible; más hermoso que un animal mitológico.

Dice Silvio que aun habiendo otro, él solo quiere aquel, aquel Roque Dalton que nos quitaron antes de tiempo, junto con el sueño de todo el Boom latinoamericano de rescatar nuestra cultura.

Hay que leer a Roque Dalton, hay que buscar nuestra identidad. Hemos perdido algo grandísimo, tan precioso como un Unicornio Azul.

Imagen: Wikimedia Commons