Cosmos, mundos posibles

La famosa frase de Carl Sagan, “no quiero creer, quiero saber”, sintetiza el objetivo trazado por la serie COSMOS iniciada por él mismo en 1980 y continuada por su viuda Anne Druyan en la segunda temporada de 2014. A lo largo de las dos series mencionadas se ha expuesto el avance de la ciencia desde la antigua Grecia hasta nuestros días en dura lucha contra el pensamiento místico, la ignorancia y la superstición. La serie ha educado a cientos de millones de personas en los principios de la ciencia, a lo largo de varias generaciones y en multiplicidad de países, así como su importancia para la supervivencia de la especie y de la vida en el planeta.

Nunca como hoy ha sido tan urgente y necesaria la ciencia para la continuidad de la especie humana. No solo porque se ha incorporado a todo lo largo y todo lo ancho de la vida social, -desde la producción económica, la vida política, la comunicación y la cultura-, sino además y, ante todo, porque sin una clara visión científica de la realidad será imposible superar los grandes problemas que nos amenazan como especie.

Fue precisamente Carl Sagan en 1980, quién alertó al mundo sobre la posibilidad de un calentamiento global debido al “efecto invernadero” provocado por el uso de combustibles fósiles y otro tipo de emisiones humanas de “gases de invernadero”. Hoy es una realidad amenazante reconocida por el pleno de la comunidad científica y que ha generado un poderoso movimiento ambiental global que clama con fuerza por cambios fundamentales en la manera como se produce y se vive, la llamada sociedad del consumo y el desecho.

También se defendió con gran claridad la ciencia de la evolución, aquella que permite entender la gran diversidad de formas de vida en el planeta y sus distintas formas de adaptación, todas descendientes de una forma primigenia basada en la genética del ADN, diversidad de especies con las cuales compartimos los humanos un origen común. No somos “criaturas especiales” hechas a “imagen y semejanza de dios” como plantean las distintas tradiciones y libros sagrados y no existe tampoco una escalera evolutiva ni un destino manifiesto, solo el azar de la mutación genética y la necesidad de la selección natural actuando al unísono. De esa manera nos ayudó a ubicarnos como especie.

Pero COSMOS también nos ayudó a ubicarnos en el espacio y en el tiempo. Descubrimos a través de sus “historias de viajeros”, que la tierra tiene 4.500 millones de años, que no es el centro del universo y entendimos que nuestra galaxia –la vía láctea- es otra más de las miles de millones de galaxias del universo conocido. Con su épico relato acerca de aquel “punto azul pálido”, abrió nuestros ojos ante el peligro del fanatismo religioso, la ceguera política o la discriminación de género. Somos una sola especie, dividida sí por abismos terribles de clase, nación y género, pero que clama por su reunificación emancipada. De ahí la intrigante pregunta de Carl a todas las naciones y vertientes políticas de su época: “¿quién habla en nombre de la tierra?”

Ahora enfrentamos la amenaza de una pandemia global y de nuevo afloran las visiones irracionales, los fanatismos políticos, el odio “racial”, la xenofobia. Liderazgos políticos retardatarios aplican programas eugenésicos con su política de “no hacer nada” (la llamada “inmunidad del rebaño”) y el resultado será una gran “limpieza social”: limpieza de ancianos (por “improductivos”), de enfermos crónicos (por ser “una carga para el Estado”), de habitantes de calle (por “desechables”) y de pobres y desamparados (por “potenciales rebeldes”). Pero la ciencia, una vez más la ciencia, clama por aplicar una política sanitaria distinta que salvará a millones de personas por todo el planeta, aunque amenace los intereses de los grandes grupos de capital y los negocios.

La voz profética de Sagan nos grita desde el otro lado del silencio: ¿quién podrá derrotar los demonios del mundo? ¿quién encenderá una luz en la oscuridad? Esperamos que la nueva serie que se inicia hoy (su tercera temporada), nos permita encender la luz de la razón y de la ciencia entre millones y millones de seres humanos, para enfrentar colectivamente los grandes desafíos y pensando en las nuevas generaciones, de cara al futuro. Los invitamos a COSMOS, mundos posibles.

CORRIENTE PROGRESISTA DE INTELECTUALES.

EJE CAFETERO.

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