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Nos encontramos con una columna de El Espectador en la que se llama a ver más allá de las apariencias. No es tan solo una cuestión de "colombianos" como lo dice el artículo; como individuos de la especie humana tenemos una capacidad de conocimiento limitada. Para conocer la realidad en profundidad debemos realizar un esfuerzo consciente por susperar dichas limitaciones y parte de ese esfuerzo es asumir una actitud científica ante el mundo:
Imagen: Wikipedia.
Nos sorprende el “librepensador” Alejandro Gaviria con su columna del domingo 29 de enero titulada el feminismo en la práctica, donde arremete en contra de las mujeres y de su importante movimiento de liberación, que ya cumple varios siglos de existencia en el mundo.
Lo que hace el columnista es repetir las tradicionales babosadas y lugares comunes que, con argumentos más ingeniosos, han escrito ya los cruzados de la reacción en otros momentos: los papas y los obispos, los filósofos de la aristocracia, los emperadores de viejo y nuevo cuño, los literatos de levita y de camándula. Y que lamentable espectáculo ofrece el señor Gaviria al llamar al sexo masculino a un contraataque contra el feminismo, supuestamente para salvar a la humanidad de sus graves peligros. Pero, ¿dónde están realmente los peligros y quienes son las víctimas?
La realidad es que el mundo es completamente intolerable, es un espectro colorido de injusticias, donde sobresalen las desiguales relaciones entre los sexos, con una marcada opresión de la mujer en el terreno económico, político, de acceso a la cultura y al conocimiento científico. Eso no lo inventamos las feministas señor Gaviria, es una realidad reconocida por todos los investigadores honestos en el mundo. El movimiento de liberación de la mujer, es parte de un movimiento más grande que ya cumple varios siglos, por parir una nueva humanidad, por zafarla de fardos tan pesados como la opresión nacional, el racismo, el sexismo, el abismo de clases y se necesita aún mucho más cuestionamiento y cambio, no menos como pretende el columnista.
Poniendo la realidad patas arriba, este señor alega que el feminismo puede causar efectos adversos sobre la educación y el desarrollo personal de los niños y jóvenes, cuando es precisamente al contrario: el contenido patriarcal de nuestra educación está arruinando de hecho la vida de millones y millones de mujeres por todo el mundo, reproduciendo “valores” que afianzan el derecho masculino a disponer de la vida y el cuerpo de la mujer, ya sea mediante la violencia directa contra ellas, ya sea discriminándolas en el trabajo o timando su derecho a acceder en un plano de igualdad a los beneficios del progreso. ¿Será que el señor Gaviria, reconocido investigador social, no conoce las montañas de estudios que confirman esta situación de manera aplastante? Tal vez las conozca, en cualquier caso no le importan y asume una actitud muy cínica, tal vez debido al mundo cómodo en que ha vivido y a su visión interesada de la realidad.
En su fanatismo, el columnista afirma que el comportamiento femenino se convirtió en el patrón de oro. Tamaña mentira: basta mirar la realidad cercana (sino la propia, la de las vecinas) para darse cuenta de los pocos cambios de fondo entre las relaciones humanas (incluidas las sexuales). Sí, es cierto que ha habido ciertos progresos en cuanto a escolaridad femenina, acceso al mercado laboral o modernos métodos de planificación familiar, pero este avance cuantitativo no ha significado una ruptura profunda con las relaciones tradicionales sino más bien se ha dado una reproducción de viejas conductas patriarcales, revestidas de un halo de modernidad y progresismo. Por ejemplo, hoy se puede acceder (y comprar) mujeres a través de Internet, de manera rápida y anónima, un privilegio masculino tan antiguo como el profeta Isaac.
Este señor se escandaliza de las desastrosas consecuencias por la ausencia del padre en la educación de los hijos. Ignora que con frecuencia los padres abandonan a sus hijos (el equivalente de un aborto) al negar su paternidad o abandonar a sus parejas, fenómeno masivo que ya constituye el 25% de todos los hogares colombianos. Eso sí, no dijo nada en el caso del aborto femenino, que se castiga en Colombia como el peor de los crímenes, pero que de hecho es una ley criminal que condena a unas 35.000 mujeres a la muerte cada año. Mueren más mujeres por abortos clandestinos, que todas las muertes por violencia callejera, guerra civil, accidentes de tránsito y suicidios, que de por sí ya constituyen una cifra escandalosa. ¿No le parece esto una desastrosa consecuencia señor Gaviria?
El mundo necesita mucha más liberación femenina y no menos. Tod@ aquel que se atreva a ver la realidad tal como es y a sacar las conclusiones pertinentes, debería exhortar a los hombres junto con nosotras, para que contraataquen a favor de un mundo radicalmente diferente, un mundo sin machismo y sin discriminación de ningún tipo.
Grupo ¡De Pie, Mujer!
Pereira, febrero 6 de 2006
Por: Camilo de los milagros.
Bastante se ha hablado sobre América y sus rostros. Sobre la identidad de nuestro continente o sobre su no identidad. Sus herencias, sus originalidades y sus legados. Aun no hemos comprendido América; no nos resignamos, en las academias, en las escuelas, en la escritura, a ser lo que somos: americanos.
Este escrito es la reseña de uno de esos hijos de nuestra América, para comprenderla a través de sus voces. Más hay que empezar por el final si no se quiere confundirlo todo.
Muchos hemos escuchado desde la infancia la canción de Silvio Rodríguez sobre el Unicornio Azul. Silvio, del que sabemos un excelente músico, demuestra también estar a la altura de la mejor poesía de Cuba. Sin embargo pregunto ¿ha comprendido la juventud latinoamericana que quiere decir Silvio con su metáfora del Unicornio Azul? ¿Siguen creyendo ustedes que es un amor que se ha ido, una mujer muy bella o un caballo con un cuerno en la frente?
Sigan creyendo que es una canción triste (lo es) que es una lamentación de amor (lo es también) pero por favor no crean que se le pueden dar mil interpretaciones a la letra, porque eso sería un crimen con el personaje de nuestra historia. Y por favor, no la dediquen. No es una canción para dedicar, es más bien, para recordar.
Silvio Rodríguez tenía en mente a un amigo suyo, otro poeta, casi desconocido para nosotros y proscrito de las escuelas donde el esteticismo, la “interpretación” y las “bellas letras” han enterrado a algunos de los mejores escritores de la historia. Silvio hablaba de Roque Dalton, escritor y revolucionario Salvadoreño, a mi juicio uno de los mejores representantes de la poesía del Boom en los 60 y quizá uno de los personajes más interesantes y apasionantes de las letras americanas del siglo XX.
Profesor, ¿Por qué no hemos leído nada de Roque Dalton en la universidad? Porque fue guerrillero, jovencita. ¿Por qué fue guerrillero, profesor? Porque en el Salvador de los años 50 escribir versos libres o incluso hablar de poesía era una actividad revolucionaria. Los militares incendiaron la Universidad del Salvador en 1956 por considerarla un nido de la subversión, para que nos hagamos una idea.
Para entonces Roque era un joven estudiante de derecho, preguntándose por la creación poética y por los sucesos que sacudían su patria desde los años 30: Qué papel debía jugar el poeta en ese rosario de dolores que apenas empezaba para las repúblicas centroamericanas.
Al leer sus poemas de época de estudiante se verán las pasiones y los odios, la irreverencia y una terrible carga existencial que no le abandonó en toda su vida. Imaginémoslo en clase:
“Lisa: desde que te amo, odio a mi profesor de derecho civil” escribe. Y más adelante
“Y yo, pobre galeote de este siglo / siervo inconcluso del hastío y la sangre / te escribo y te amo mientras todos hablan / de los contratos de adhesión. / Ah, lisa, lisa, estoy / completamente herido.”
En la poesía de Roque encontramos la influencia de otros dos grandes de América: Cesar Vallejo y Pablo Neruda, del vanguardismo de principios de siglo y una búsqueda continua por un estilo propio.
Pero el principal mérito de los autores del Boom y el de Roque ha sido encontrar o encontrarse como subjetividades en medio de su propia historia, de su propio pueblo y cultura.
Por eso la poesía de Roque Dalton es una trasparencia hacia su alma; sincera y sin velos, sin pretensiones de erudición, sin falsas tristezas ni metáforas impostadas: leer a Roque es como ver sus lágrimas, sentir sus amores, creer en su dolor y en su alegría. Leerlo es vivirlo.
No fueron dolores de mentiras ni lágrimas de cocodrilo: múltiples amenazas e intentos de asesinarlo; exilio; cárceles; varias fugas de la cárcel; torturas y golpizas; detenciones; amores inconclusos; revueltas y rebeliones; huelgas y reuniones; y en medio de todo ese huracán de rebeldía un corpus de producción literaria enorme.
¿Cómo logra entonces Roque conciliar una poesía tan subjetiva y personal con su vida y actividad política, con el destino de su patria y de su pueblo? Es una cuestión de concepción: cada poeta tiene un “arte poética”, cada uno piensa cómo debe ser la poesía: Borges ha hablado de Ítaca, del tiempo, de Ulises y del Río. Huidobro ha dicho que no hay que cantar la rosa sino hacerla florecer en el poema. Roque Dalton no dice cómo debe ser, pregunta más bien, para quién: en su Arte Poética comienza hablando de las angustias, hace una disertación sobre el hombre que mira sin dinero las telarañas en el techo, habla del hambre y la fatiga de la gente por encontrar la alegría, de los que “bromean con el mar lo toman jovialmente por los cuernos”, que “cantan desnudos en el cordial vaso de agua”, en fin, una visión de los otros que nadie mira, de los olvidados y silenciados, y finaliza con una sentencia única:
“La angustia existe, si. Como la desesperanza, el crimen y el odio. ¿Para quién deberá ser la voz del poeta?”
Esa es la pregunta que mueve la poesía de Roque Dalton, que hace de su ser uno de los más originales de la historia de América. En múltiples poemas se reprocha a sí mismo el ser tan egoísta, no dar todo lo que debería. Para quién será su voz y su vida.
Concebir la poesía para Roque era conocer y ser el mundo, encontrar los símbolos y metáforas en lo profundo de la vida misma, y en su caso en la vida diaria, cruda y descarnada, violenta y agobiante; por ello la suya es una escritura detestada por visiones que son incapaces de ver la belleza, el amor o la creación por fuera de los libros.
Algunos se inspiran para escribir en el estudio de los clásicos y la “sabiduría”, como le pasa todavía hoy a los mediocres grecoquimbayas de nuestra patria. Otros se limitan a copiar al autor o autores de moda, lo más novísimo, lo último, lo avasallador.
Pero no hay nada más avasallador que el mundo.
En uno de sus poemas dedicado al sumo pontífice le increpa a visitar las casas de empeño y a montarse en los buses, le pregunta si sabe que “por los bares se anhela verte blasfemar, verte pelear por una mujer”, le pide que al menos se conmueva “antes de morir e ir al cielo, a ese lugar de vidrio y algodón fundado por pescadores descalzos, por locos, por iracundos carpinteros, por rústicos encallecidos de las manos con ropones hediondos a sudor...”, que se unte de humanidad, de vida, de mugre.
No en vano hay que salir de las universidades y las bibliotecas o no estar nunca en ellas para entender que la literatura está en la vida misma, como hizo el Quijote cuando dejó de leer libros. Así es que lo más literario, poético y hermoso que tiene la historia de Roque Dalton no son precisamente sus poemas: ellos son un recuento, un reflejo de todo lo que no alcanzamos a imaginar y a comprender, de su otra obra que no quedo escrita y que es la que trata de contar Silvio Rodríguez en la canción.
La vida de Roque es azarosa: viaja a los países socialistas, viaja a Cuba y vuelve a su país desangrado. En muchos de sus poemas puede leerse la angustia, el caos y la borrachera, porque Roque no es precisamente un seguidor del culteranismo o la belleza formal, sino un irreverente que escribe su existencia. De su período de madurez puede resaltarse una poesía agresiva, contestataria y rebelde pero nunca un panfleto. La fuerza de sus metáforas radica en la inmensa verdad y realidad de la que están rodeadas:
“LO TERRIBLE / mis lágrimas, hasta mis lágrimas / endurecieron. / Yo que creía en todo / en todos. / Yo que sólo pedía un poco de ternura, / lo que no cuesta nada, / a no ser el corazón. / Ahora es tarde ya. / Ahora la ternura no basta. / He probado el sabor de la pólvora:”
Después de volver a su patria y siempre al lado de su militancia política, los caminos de la resistencia lo llevan a las montañas, participando directamente en la guerra ¿tenía otra opción un hombre que nunca podría volver a su país como ciudadano libre? Muchos otros han dicho mucho de palabra. El escritor Monterroso, famoso por escribir el cuento más corto que existe, dedica desde el exilio varios de sus escritos a esas mujeres y hombres que trascienden la palabra en Centroamérica, que pusieron el pecho a las balas. Monterroso lo escribe “desde su humilde papel de escritor”, aceptando que es un enano si se mide con esos hombres y mujeres que no se resignan a la injusticia.
Entonces si Monterroso es un enano, Dalton es un verdadero gigante, porque iba a encontrar la muerte en una de las páginas más oscuras de la historia latinoamericana.
Roque Dalton, una figura casi sin igual en nuestra poesía, una verdadera rareza. ¿Cómo debemos pintar su retrato? ¿Con una pluma o un fusil? ¿Cómo el más subjetivo o el más realista de los poetas? ¿El más egoísta y apasionado? ¿El más sacrificado? Lo vemos flaco y alto, con cara de muchacho eterno, y como tal no conoció la vejez. La rebeldía debe ser la esencia de la juventud como indica un poeta español. Proscrito, marginal, rebelde: sin leyes y contemplaciones, sin ataduras formales en su poesía ni en su vida, por las tabernas y las calles sucias, en las cabañas de los campesinos, en las protestas de los obreros y estudiantes. Roque Dalton escribe sus últimas poesías desde la guerra, poesías clandestinas, que dan escalofríos a los “expertos” y a los “poetas”.
Pero el fin estaba próximo, Roque estaba escribiendo sin palabras una historia que nadie ha contado aun: una verdadera metáfora del amor y el odio en su excepcional existencia, en su obra material. “Desde hace algunos años siempre me propuse escribir de prisa, como si supiera que me van a matar al día siguiente... Es terriblemente ridículo ser un escritor salvadoreño, y tal vez lo sea sólo por la haraganería y el egoísmo nacional.” Dijo a finales de los sesenta.
Y murió asesinado en la guerra, pocos años después, en un confuso hecho de intrigas y espías.
Creo que sus hijos siguieron siendo guerrilleros en Centroamérica. A uno de ellos le dijo en un poema que la poesía lo había llevado al camino de la revolución, más aspiraba que la revolución algún día devolviera a su hijo el camino de la poesía.
Con su muerte se perdió para América uno de sus más grandes escritores, uno de los que al menos no se limitó solamente a escribir.
¿Entienden ahora porque Silvio ha llamado a su amigo Unicornio Azul? Lo llama así porque se perdió algo único con su muerte, algo mágico, un hombre sin par, irremplazable e irrepetible; más hermoso que un animal mitológico.
Dice Silvio que aun habiendo otro, él solo quiere aquel, aquel Roque Dalton que nos quitaron antes de tiempo, junto con el sueño de todo el Boom latinoamericano de rescatar nuestra cultura.
Hay que leer a Roque Dalton, hay que buscar nuestra identidad. Hemos perdido algo grandísimo, tan precioso como un Unicornio Azul.
Imagen: Wikimedia Commons
Leyendo su columna recordé a dos autores que dan luces para el entendimiento de estas situaciones, situaciones que podrían calificarse de absurdas, incomprensibles y hasta demenciales si se miran superficialmente, pero que pueden entenderse en tanto no se trata de tendencias aisladas del contexto social, sino por el contrario situaciones que se reproducen en muchos lugares del planeta y en grupos sociales muy distintos, en tanto concurran condiciones similares. Añado acá, algunas ideas sobre el extremo grado de destructividad que han mostrado estas “barras bravas” contra personas y bienes y que ha tenido gran impresión en la opinión pública por su carácter aparentemente “ciego e irracional”.
Dos cuestiones a mi juicio merecen un análisis más detenido y las planteo a manera de preguntas:
Con relación al primer interrogante, dice Estanislao Zuleta en “Tribulación y felicidad del pensamiento” (ensayo recogido en el libro “Sobre la idealización en la vida personal y colectiva” y otros ensayos, Procultura, Bogotá, 1985, página 41):
“La descomposición progresiva y acelerada de las formaciones colectivas tradicionales, como son la familia patriarcal, las culturas regionales diferenciadas por rasgos lingüísticos y costumbres características y, en general, la disolución de los grupos de origen que determinaban formas de identidad – independientemente de si el individuo se rebelara contra ellos o acentuara su pertenencia – es algo que ha terminado por crear una crisis colectiva de identidad. (Ahora...) los individuos se encuentran bajo la amenaza de una normalidad que es una despersonalización esquizoide, una normalidad en la cual, más que sujetos del discurso, son sujetos hablados, trasmisores de discursos anónimos y más que sujetos del deseo, son ejecutantes de demandas programadas y aspiraciones codificadas con sus respectivos signos. Una situación esquizoide crea siempre la tentación deprecipitarse en cualquier propuesta de identidad que se le ofrezca, una teoría, una formación colectiva, que como son adoptadas en un movimiento reactivo contra la pérdida de identidad, resultan tanto más tentadoras cuanto más paranoicamente garantizados contra toda crítica se presenten...”.
Esta sociedad, escalonada y violenta, jerárquica y competitiva, ha ofrecido de tiempo atrás unos criterios de identidad cerrados y estrechos donde el individuo renuncia a su propia identidad para aceptar la de un grupo, dogmático y rígido, al estilo de las iglesias y grupos religiosos, los grupos empresariales, los partidos políticos, los grupos fanáticos, o ideales supremacistas del tipo masculino, nacional o “racial”. En estos ambientes se hace imposible la expresión del propio pensamiento y la conducta humana se reduce al problema de los efectos, es decir no una conducta propia y espontánea, sino de una conducta calculada y canalizada. El individuo empeña su libertad a la seguridad de un pensamiento ya establecido, un líder que encarna todas las “verdades”, un patrón de conducta aceptado y uniforme. Se forma así la llamada personalidad autoritaria, la base social de todos los fascismos.
Pero, a la par con esto, es más, como reacción a éste dogmatismo que ofrece una seguridad incuestionable, se ha generado otro criterio que es su opuesto, una especie de pensamiento difuso, que concilia y empareja todas las diferencias, “abierto sin resistencia a todas las ideas, las costumbres y las modas que entran en circulación”(E. Z. Obra citada). Cualquier criterio de identidad puede llegar ahora y actuará en nuestra conciencia como “piedras lanzadas contra huevos”, pues los individuos ya no tienen desde donde resistir: ninguna identidad definida, ninguna historia asumida, ninguna convicción por la cual vivir y morir. Nuestros mayores podían hacer un duelo por la pérdida de esta identidad (“porque se volvió ciudad, murió mi pueblo pequeño”, L.C. González), no así nuestra juventud que acoge como propia cualquier basura, cualquier veneno, el veneno de la globalización consumista por ejemplo, que no es ninguna “bobada” sino una cosa muy seria, la marea detergente que lo inunda todo y que viene arrasando con el planeta y todo lo que lleva encima. Aquí la despersonalización es absoluta, nada a que aferrarse, el “todo vale” posmodernista.
Estas dos tendencias contrapuestas explican por igual en estos suburbios, por un lado la proliferación de sectas religiosas de garaje y la adhesión sin principios a la más baladí de las causas... hacerse matar por el Real Madrid.
Con respecto a la segunda pregunta, comenta Erich Fromm en “El miedo a la libertad” (página 222 de la edición popular de Paidos, Buenos Aires, Argentina):
“La vida posee un dinamismo íntimo que le es peculiar; tiende a extenderse, a expresarse, a ser vivida. Parece que si esta tendencia se ve frustrada, la energía encauzada hacia la vida sufre un proceso de descomposición y se muda en una fuerza dirigida hacia la destrucción. En otras palabras: el impulso de vida y el de destrucción no son factores mutuamente independientes, sino que son inversamente proporcionales. Cuanto más el impulso vital se ve frustrado, tanto más fuerte resulta el que se dirige a la destrucción; cuanto más plenamente se realiza la vida, tanto menor es la fuerza de la destructividad. Ésta es el producto de la vida no vivida. Aquellos individuos y condiciones sociales que conducen a la represión de la plenitud de la vida, producen también aquella pasión destructiva que constituye, por decirlo así, el depósito del cual se nutren las tendencias hostiles especiales contra uno mismo o los otros”.
Todavía estamos en el positivismo más simple en tanto pretendemos “explicar” esta violencia por la simple referencia a lo sucedido, por terrible que sea la descripción de los hechos. Pretender que el hecho se explica por sí mismo (que es el enfoque de nuestro periodismo, pero más grave aún, de nuestros sociólogos), es dar por sentado que los valores establecidos se justifican por sí mismos. No es así; hay que preguntarse qué valores ataca o cuestiona esta violencia aparentemente “ciega”... ¿la propiedad?, ¿la supuesta “libertad”?, ¿la olvidada “fraternidad”?. De ahí la importancia del planteamiento de Fromm... de una sociedad que no ofrece nada a su juventud, sobre todo a la juventud más pobre, ni propiedad, ni libertad, ni fraternidad (sino todo lo contrario), ¿por qué asombrarse de que esto suceda?
Columna referenciada: http://www.latarde.com/opinion/columnistas/111863-la-bobada-global
Imagen tomada de youtube.com: https://i.ytimg.com/vi/0KrrkIR3fH8/maxresdefault.jpg
En el año 2014 salió a la luz una noticia de un experimento1 que Facebook llevó a cabo sobre un subconjunto de cerca de 700.000 de sus usuarios. El experimento consistió en manipular el estado de ánimo de estos usuarios mostrándoles determinado tipo de contenido considerado "feliz" respecto a la media, mientras que a otros se les mostró contenido de tipo "triste". El experimento mostró que los usuarios que recibían contenido "feliz" tenían mayor probabilidad de publicar contenido feliz, y viceversa.
El estudio causó controversia hace dos años, al no ser considerado ético por muchos. Es de resaltar que, de acuerdo a los términos y condiciones de Facebook, el estudio es totalmente legal ya que se aclara que los datos de las personas pueden ser usados para "análisis de datos, pruebas e investigaciones."2 El experimento concluyó que es posible influenciar el sentimiento (opinión) de sus usuarios a través de las publicaciones que ven en sus muros.
Creo que el hecho merece, primero, algo de contexto. No es nuevo el que Facebook sea una plataforma que recolecta datos de una manera que se puede calificar como agresiva, siendo rivalizada únicamente por otras enormes compañías de internet como Google. La recolección de datos es, hasta cierto punto, una necesidad para el funcionamiento de la plataforma, o, ¿cómo podría Facebook mostrarme contenido de mis amigos si no a través de la información que yo le doy de quiénes son mis amigos?, o, ¿cómo más podría Facebook funcionar si no es a través de la recolección consentida (aunque inconsciente la mayoría de las veces) de los datos de sus usuarios?. Siendo además una plataforma gratuita de una empresa con ánimo de lucro, su forma de financiación es la publicidad para lo cual usa la enorme cantidad de datos que poseen de la gente para ofrecer anuncios a la medida3. Esto quiere decir que, por lo general, la publicidad que Facebook muestra es contextual, y depende de la información que el portal tiene de sus usuarios.
Ahora, ¿qué tipo de información recolecta Facebook?. De acuerdo a su página sobre privacidad,4 el portal recolecta la información de lo que un usuario hace, y que provee, así como la información que otros usuarios proveen de mi, por las redes y conexiones que se establecen en la red social. Igualmente, facebook recoge información de los dispositivos desde los que un usuario realiza conexiones, como computadoras, tabletas y celulares. Facebook también recolecta información que otros sitios web le entregan a través de sus botones de "Me gusta", "Compartir", y a través de otras aplicaciones. Pero, también recoge información de la navegación de sus usuarios, por el solo hecho de tener una sesión abierta (e incluso, es posible el rastreo sin una sesión).5
Luego de este contexto, pasemos a la primera crítica que tiene un portal de esta naturaleza. El contenido que un usuario ve (su muro) no es un contenido neutral ni aleatorio, por así decirlo, sino que es elegido por los algoritmos de facebook en función de lo que cree que al usuario le puede interesar. Es decir, facebook muestra una visión parcial de la realidad, moldeada por lo que cree que a un usuario le gusta y lo que no.6 Es así como Facebook muestra poco de lo que a un usuario no le gusta y mucho de lo que a un usuario le gusta. Para muchos, Facebook es una ventana importante hacia el mundo, y ya vemos que ese mundo es solo una pequeña muestra parcial de lo que es la realidad.
Esto no puede más que evidenciar el gran poder que han acumulado las grandes empresas de internet, y Facebook en particular que es nuestro objeto actual de análisis. Si una buena parte de la población del mundo –1.650 millones de usuarios--7 miran el mundo a través de Facebook, este tiene la capacidad de influir enormemente y de manera masiva sobre dicha población. No puede ser más que un resultado natural el que, eventualmente, comenzaran a experimentar con la manipulación de la opinión (y del sentimiento) de las masas virtuales que han acumulado, partiendo de distintos análisis como el análisis de sentimiento8 que ya hace mucho realizan.
Y, de acuerdo a los resultados del experimento, es totalmente plausible manipular la opinión de sus usuarios. Naturalmente, dicho poder se encamina a la publicidad; a lograr que la gente consuma un tipo de marca o de producto, no por necesidad sino por influencia. "VENDERÍAMOS TODO CUANTO USTED NECESITARA SI NO PREFIRIÉSEMOS QUE USTED NECESITASE LO QUE TENEMOS PARA VENDERLE", escribía Saramago en su novela La Caverna, refiriéndose a la publicidad que El Centro (comercial) utilizaba. En este caso, las vitrinas y estanterías son virtuales, pero el eslogan es el mismo, mostrando que uno de los objetivos de este sistema es que el consumo se encuentre determinado casi que unilateralmente por la capacidad productiva.
Claro está que no solamente al consumo se encamina ese poder. También, la gran acumulación de datos ha servido a la dominación y al control, como bien lo han demostrado figuras como Edward Snowden y Julian Assange con sus denuncias, que los han puesto en la mira de Estados Unidos. El primero de estos en particular, conocido por denunciar el espionaje masivo de Estados Unidos a casi que todo aquel que se conecte de alguna forma a internet.
Ya para terminar, hay dos cosas que quiero mencionar. La primera de ellas es que, aunque este comentario se centra en un suceso relacionado con Facebook, la acumulación de grandes volúmenes de información no es, ni de cerca, una cosa exclusiva de dicha compañía. Google es el otro gigante tecnológico que rivaliza y que se encuentra en un porcentaje muy importante de los celulares del mundo a través de su sistema operativo Android y recolectando datos a través de dichos dispositivos. El Big Data es una de las tendencias más sonadas en los últimos años9 (y más recientemente el internet de las cosas10), y todas las empresas que acumulan alguna cantidad de datos quieren analizar el comportamiento de sus usuarios para utilizarlo de alguna manera.
En segundo lugar, se hacen ciertas las palabras de Richard Stallman, actual presidente de la fundación del software libre y quizá una de las personas más visionarias en el mundo de las ciencias de la computación. Quién desde ya casi tres décadas denuncia los peligros que la computación puede representar para la privacidad y para las libertades de las personas.11
¿Qué alternativas hay?. La Fundación del Software Libre aboga por la descentralización de la tecnología. Que cada individuo, que cada organización, que cada nación se haga cargo y participe activamente de su propia computación. Existen tecnologías como la federación que permitiría que distintos sistemas de cómputo cooperaran de manera colectiva pero descentralizada. Sin embargo, y a pesar de que hay esfuerzos en este frente, para que este tipo de tecnología se convierta en la forma principal de desarrollar los servicios de internet, hace falta una sociedad con un nivel de apropiación social de la ciencia y la tecnología muy alto, llegando, al punto de socialización de la ciencia y la tecnología que es contradictorio con la actual sociedad.
Es el mismo modelo de Google, quien recoge información de términos de búsqueda, correo electrónico, celulares inteligentes, y en general, toda su gama de servicios.
De nuevo es de recalcar que Facebook no es el único que hace esto: http://www.elperiodico.com/es/noticias/sociedad/facebook-rastrea-los-gustos-quienes-usan-plataforma-4066381
Todo esto se cimenta sobre la base de la inteligencia artificial y la enorme capacidad que tiene hoy en día: http://cienciaconelpueblo.org/blog/los-avances-de-la-inteligencia-artificial-alphago/
O minería de opinión :https://es.wikipedia.org/wiki/An%C3%A1lisis_de_sentimiento
Desde hace cerca de 10 años que se escuchó la primera mención de dicho término. Hoy en día es una realidad, y todas las empresas se preguntan qué hacer con la información de sus usuarios/clientes.
Concepto que se refiere a la interconexioń digital de objetos cotidianos a internet. Neveras, relojes, hogares, la ropa, etc. Una tendencia que no puede más que agudizar el problema de la privacidad. https://es.wikipedia.org/wiki/Internet_de_las_cosas
Para una selección de sus artículos ver: http://www.gnu.org/philosophy/philosophy.es.html